Un ‘consumidor’ entra una mañana en una zapatería y compra un par de zapatos. Pero no sabemos si por coquetería o por una arcana razón psicológica, se los lleva un par de números más pequeños de lo que necesita. Al cabo de dos o tres días de usarlos obviamente le duelen los pies y se toma unos analgésicos. Pero continúa vistiéndolos. Pocos días más tarde se le hacen rozaduras que tiene que curar con antisépticos y tiritas, aún así sigue calzando sus zapatos nuevos. Un tiempo después las heridas empeoran y se ve obligado a acudir al médico. Se le han infectado y le receta antibióticos. Cuando concluye el tratamiento el estado de los pies se ha agravado. Acude al podólogo, mas no mejora. Las heridas corren peligro de gangrenarse y un cirujano decide que es mejor amputar. El afectado pasa después por un proceso de rehabilitación; le diseñan unas prótesis y especialistas en la materia consiguen que vuelva a caminar, no sin dificultad. Al final interviene un equipo científico que le coloca unos pies biónicos interconectados con su sistema nervioso que, además gracias a la inteligencia artificial, posibilitan que se mueva con total naturalidad. (gehiago…)
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