Los aficionados a los textos que versan sobre prácticas agrícolas antiguas pueden observar a veces grabados en los que una persona provista de un palo afilado en uno de sus extremos horada la tierra de modo que en cada hueco formado deposita una o varias semillas. En documentales que muestran culturas recientes en las que aún perduran estas formas tan antiguas de agricultura podemos apreciar esta misma técnica a menudo llevada a cabo en espacios ganados al bosque, o más bien a la selva, mediante el sistema de tala y quema, en que se corta la vegetación espontánea, se le da fuego y esas cenizas sirven como fertilizante para los cultivos que crecerán. Por cierto, uno de los nombres que recibe este palo plantador es el de coa. (más…)