Elementos de conjura o protección colectiva se han sucedido en el devenir del tiempo y según ámbitos geográficos concretos o entornos sociales inmediatos (familia, amistades, vecindad, viviendas, propiedades, etc.) frente a los fenómenos atmosféricos adversos, obscuros enemigos y sus temidas acciones o la creencia en castigos divinos y rachas de mala fortuna. Erigiendo estos componentes protectores en alturas para abarcar toda la colectividad (campanas, cruces, veletas, ermitas y sus figuras religiosas, troncos o árboles, fuegos, etc.), y las moradas (manos, garras o patas, agua, plantas o vegetales, motivos religiosos, cruces físicas y pintadas o colocar el sagrado corazón, etc.).
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El mal de ojo es una creencia supersticiosa muy antigua que se halla extendida por todo el mundo. Se trata de una patología popular, o folk illness, que recibe nombres similares en todas las lenguas del mundo: begizkoa en lengua vasca, mal de ojo en castellano, mauvais œil en francés…, siempre vinculada con el ojo humano como responsable. El principal mecanismo de transmisión es la mirada de algunas personas que tienen el poder de producir ese “mal” a niños de corta edad o seres vulnerables. Se supone que ciertos individuos proyectan con la mirada una energía misteriosa, que en euskera se le denomina adurra. La envidia, la maldición, del latín maledictio, o algunos rituales brujeriles pueden producir el mismo efecto. (más…)