Quizá no nos demos cuenta por la inercia actual de la vida cotidiana, pero si hay algo que, generalmente, no falta a la hora de la diversión y, principalmente, en fiestas, fines de semana y celebraciones varias, eso es la música.
Si bien la necesidad de interpretar melodías, por diferentes causas, viene de muy atrás en el tiempo, en los últimos siglos podemos distinguir básicamente dos usos en el ámbito callejero: el lúdico o de ocio y esparcimiento; y el ritual (religioso y/o civil). Además, la consideración de itinerante o móvil, por un lado, y fijo o estático, por otro, coincide con la presencia de los protagonistas directos, los músicos: letrados e iletrados; aficionados, profesionales y mendigos; instrumentales o con acompañamiento de voz; autóctonos o foráneos.