En tiempos pasados, en la comarca vizcaina de Busturialdea, los ocupantes de la gran mayoría de los caseríos eran arrendatarios (errenteruak). Cuando un propietario quería construir una casa nueva se decía, popularmente, que debía contar con al menos 300 robles (haretxak) para que el ayuntamiento le concediera el permiso de edificación. Eran imprescindibles además la piedra (harria) y la arcilla (buztina). (más…)