¿Qué tiene el verso para atrapar tanto al público? Por todo el mundo existen culturas que trabajan la improvisación oral, pero ninguna tiene la fuerza que hoy en día tiene el bertsolarismo. Prueba de ello es el Campeonato de Bertsolaris que se celebra cada cuatro años en Euskal Herria –este año se está disputando con un año de retraso debido a la pandemia–. Un campeonato en el que, tras varias sesiones de eliminatorias por toda Euskal Herria, suelen llegar ocho bertsolaris a la gran final. Estos ocho improvisadores deben cantar ante unos catorce mil oyentes, en actuación de mañana y tarde. A través de los medios de comunicación otros muchos oyentes siguen el acto. También expertos de todo el mundo se acercan a una retransmisión de esta envergadura. Pero creo que lo más chocante es el silencio casi litúrgico que se produce antes de que los bertsolaris empiecen a cantar. Esas catorce mil gargantas callan de pronto, por completo, para dar expresión a una sola garganta. Ese singular hilo de voz, a través de improvisadas palabras en euskera, teje en segundos miles de corazones, hace vibrar miles de pieles, humedece miles de ojos, provoca miles de carcajadas… ¿Dónde está el secreto de ese hecho mágico?