Podemos estimar que cualquier acto que sirva de diversión, o en el que se den cita otros componentes, ya sean lúdicos, emotivos, etc., y que se realice en/con público es un espectáculo. Si, además, matizamos que es folklórico, damos cabida a una nada desdeñable lista de celebraciones que sirven de estímulo a los congregados.
La global, no obstante, nos empuja a trasladarnos a lo específico. Por lo tanto, se hace obligatorio el categorizar por tipología, intentando administrar correctamente la visión personal, aunque subjetiva del firmante, y la participación colectiva, activa y pasiva, existente en el evento.
Antropólogos, etnólogos, etnógrafos, folcloristas, lingüistas o historiadores, entre otros, se han preocupado por elaborar sistemas de clasificación y catalogación en los que se puedan incorporar todo el sinfín de festividades y actos que componen nuestro calendario anual: tanto del pasado como del presente.
No dejando de lado ritualidad, autenticidad, tradicionalidad, así como otros muchos términos acabados en -dad, el principal aporte debería estar apoyado, sin duda, en la diversidad lúdica, la temporalidad o atemporalidad, el momento histórico, el ámbito espacial, los aspectos social y cultural, el contexto, etc.
La relación más directa y de indudable valor vital entre la naturaleza, (en su vertiente inanimada vegetal) y el ser humano, por estas latitudes y dejando de lado la información que diariamente nos abruma por medios audiovisuales y virtuales, forma prácticamente parte del pasado, pero sabemos qué nos queda aún y en qué proporción ha podido cambiar su sentido.
Podemos comenzar este breve repaso por las flores, como las de San Juan que, junto a cebollas, maíz, trigo, cerezas y otras hierbas, servían de ramo o sortie para ser bendecido en la iglesia y, posteriormente, ser colocado en la puerta o ventana de la casa el mismo día del santo. En contadas ocasiones podemos ver ya estos ramos y en algunas más la flor del cardo o eguzki lore. Peor recorrido, por su pérdida, ha tenido el encender gavillas de trigo e ir recorriendo las heredades particulares entonando un conjuro a favor de una buena cosecha.