Según se ha recogido en las investigaciones de campo, en tiempos pasados fue común que participantes relevantes en el cortejo fúnebre, tanto familiares del difunto como vecinos, portaran pan y luz. Estas ofrendas singulares se depositaban en la sepultura simbólica de la casa mortuoria dentro de la iglesia. Dicha tradición se conservó en muchos lugares hasta los años 1960. (más…)