En el mundo rural el tiempo estaba regulado por el sol. Los campesinos no echaban en falta el reloj y apenas hacían uso de él. Las fiestas religiosas marcaban el calendario laboral del trabajo en la heredad, en el campo. Las fiestas estaban relacionadas con las cosechas, la finalización de labores como la trilla, la vendimia, la recolección…
Algunas festividades correspondían a santos universales (Juan, Pedro, Miguel, Marcos), otras eran de antigua implantación (Antón abad, Antonio de Padua, Ignacio de Loyola), también había grandes fiestas generales (Pascua de Resurrección, Asunción de la Virgen, san José, Todos los Santos) o de devoción local (Bartolomé, Blas, Marina). Algunas de ellas marcaban las labores agrícolas.
El trigo fue un cultivo de gran importancia en el territorio de Bizkaia, ya que su harina constituía un componente esencial de la dieta, sobre todo para elaborar el pan. Su abandono se produjo a partir de los años 1950, coincidiendo con las mayores posibilidades de comprar pan en el mercado.
A pesar de la importancia de este cultivo, no estuvo exento de problemas, dada la excesiva humedad de nuestro clima, que perjudicaba su producción. De ahí que la cosecha de trigo habitualmente no cubriese las necesidades de la población y fuese preciso importarlo.