Entre finales de junio y principios de julio aparecen figuras blancas en los montes vascos. Es el castaño, que cuando florece se viste de blanco. Debido a la importancia que ha tenido en la cultura vasca, esta es una época muy significativa. No hay más que preguntar a las personas que trabajan en las colmenas. Muestra de ello es el testimonio de Ignacio Abella recogido en la zona gallega, según el cual la floración del castaño indica el momento para que los carneros cubran a las ovejas. Es el último florecimiento antes del calor intenso del verano, y es por ello que, determina la fecha propicia para múltiples labores del mundo rural.
Con la llegada del verano se celebran fiestas en todos los rincones de nuestra geografía. En esta época no sólo se celebran las fiestas patronales de pueblos y ciudades, sino que también se celebran numerosas fiestas en las ermitas de los barrios. En Bizkaia hay alrededor de 800 ermitas clasificadas. Es cierto que no se conservan todas las que hubo en su día, y en otras muchas las celebraciones han variado considerablemente. En 459 ermitas se mantienen las celebraciones eclesiásticas, 30 están deterioradas, otras 7 se destinan a tareas civiles, y el resto han desaparecido. Durante el siglo pasado la sociedad vivió profundos cambios y transformaciones que obligaron a las propias ermitas a adaptarse a las nuevas necesidades de la sociedad.
Una de las funciones vitales más importantes de las personas es la respiración, que realizamos de forma inconsciente e involuntaria, sin que tengamos que pensar en ella. Pero a veces, nuestra respiración se altera, porque el músculo que está en la base de los pulmones, el diafragma, se contrae de forma repentina y repetitiva, provocando el cierre de las cuerdas vocales y generando un sonido característico: “hip”, dando lugar al hipo. Es un acto reflejo que generalmente tiene una duración limitada, desaparece por sí solo y no reviste ninguna gravedad. Aunque puede aparecer sin causas evidentes, el hipo pasajero (zotin, txopin, txokin, kika, ipotz, txokoleta), se relaciona con el comer deprisa o abundantemente, consumir bebidas alcohólicas o gaseosas, o vivir una emoción repentina.
Desde las bases metodológicas de las disciplinas humanistas y sociales, toda investigación de la cultura tradicional pivota sobre las fuentes de datos (escritos, imágenes, observaciones e informaciones orales). Como es evidente los datos orales necesitan de las personas y sus testimonios que en su terca regularidad permiten al investigador/a, mediante complejos análisis cualitativos, inferir sus sesudas conclusiones. Inestimables informaciones de saberes colectivos que pueden abarcar ámbitos tan dispares como celebraciones festivas, danzas, músicas, cantos, instrumentos musicales, indumentarias, gastronomía, rituales, oficios o labores, etc.