Podemos estimar que cualquier acto que sirva de diversión, o en el que se den cita otros componentes, ya sean lúdicos, emotivos, etc., y que se realice en/con público es un espectáculo. Si, además, matizamos que es folklórico, damos cabida a una nada desdeñable lista de celebraciones que sirven de estímulo a los congregados.
La global, no obstante, nos empuja a trasladarnos a lo específico. Por lo tanto, se hace obligatorio el categorizar por tipología, intentando administrar correctamente la visión personal, aunque subjetiva del firmante, y la participación colectiva, activa y pasiva, existente en el evento.
La RAE en su diccionario indica que uno de los significados del término identidad es el de, “conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás”, incluyendo los siguientes sinónimos: identificación, filiación y personalidad… A los que yo añadiría, entre otros, singularidad y raíz (origen); sin obviar que la identidad también se manifiesta en rivalidad, sana o insana, en ciertos deportes, celebraciones, etc.
Las fiestas de todo el año y, en particular las del verano, están cargadas de signos identitarios y elementos simbólicos, generales o específicos; tanto desde el aspecto material, como en lo que se refiere a lo intangible. Quién no ha escuchado ―algo que hemos tratado en otros artículos de este blog― expresiones como “este festejo es de toda la vida”, o “esto no se hace en ningún otro sitio”.
El profesor de la Universidad de Alcalá, José Manuel Pedrosa, basándose en noticias encontradas en el Memorial literario instructivo y curioso de la Corte de Madrid, del año 1875, dedicó un artículo breve al tamborilero Hilarión Bengoa, publicado por Labayru Fundazioa. Se da la circunstancia de que Juan Ignacio Iztueta cita en su obra Gipuzkoako dantza gogoangarrien kondaira edo historia (Euskal Editoreen Elkartea, Klasikoak. Donostia, 1990. Edición de María José Olaziregi. La cita aquí recogida se corresponde con las páginas 110-111.) a un tamborilero de nombre Hilario. Constituye, en su opinión, el prototipo de los tamborileros engreídos que, aunque grandes ejecutantes del silbo, eran responsables en gran medida de la pérdida y abandono de las danzas antiguas de Gipuzkoa por su desapego y desprecio hacia las melodías tradicionales. El apartado en que habla de aquel, se titula de la siguiente manera: Gipuzkoako dantzari prestuak beren sorterriko dantza oniritzietan ibilteari zergatik utzi izan dioten (Por qué los nobles danzantes de Gipuzkoa han dejado de practicar las amadas danzas de su tierra). Y culpa a los tamborileros de este tipo del abandono de dichas danzas.
La localidad riojano-alavesa de Oyón celebra la fiesta invernal más importante el 22 de enero. Honra a los santos patronos san Vicente y san Anastasio. Los festejos más relevantes son cinco: los revolcones del Cachi, la quema del marcho u hoguera, el canto de la aurora, la danza dedicada a los patronos, y la pirotecnia del torico durante la procesión. (más…)