Vivo en una frontera política, en la zona más occidental de las Encartaciones de Bizkaia, el Valle de Carranza, en un territorio que como una cuña se incrusta entre Cantabria y la Castilla de las Merindades. La última tierra vasca iluminada por el Sol poniente y la primera en mojarse cuando llegan borrascas. Posee una fuerte identidad, quizá nacida de su considerable extensión entreverada con un secular aislamiento. (más…)