Para unos, son simples trapos con una función perdida; para otros, son el premio a una hazaña y, para una parte importante de la sociedad, son un símbolo de identidad. Se quiera o no, el pendón, el estandarte, la bandera… son insignias y telas cargadas, en muchas ocasiones, de devoción, fanatismo u honor que se encuentran a caballo entre lo deportivo, lo religioso, lo político, lo patriótico, como producto que busca la diferenciación de estatus social, o lo folclórico.
En más de una ocasión hemos podido observar cómo en algunos países europeos, en actos cargados de suntuosidad o festivos, se ondean banderas, al igual que en territorios próximos a Euskal Herria: bien defendiendo un origen militar, bien como ritual cuya raíz es el levantamiento del pueblo ante el opresor poder feudal.