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Esquilando. Carranza (Bizkaia), 1998. Miguel Sabino Díaz

Esquilando. Carranza (Bizkaia), 1998. Miguel Sabino Díaz.

Hubo un tiempo no muy lejano en que la lana de oveja era un producto valioso. Los pastores de nuestras tierras esquilaban sus rebaños por San Juan y obtenían un beneficio económico complementario a los ingresos procedentes de la venta de corderos, quesos y ovejas viejas por octubre que suplían la carencia de carne anterior a la matanza del cerdo. Con la lana se confeccionaban prendas de vestir además de los consabidos calcetines, también los cordones de las abarcas, la melena que protegía las coyundas y el yugo de la pareja de bueyes, y cómo no, los colchones y las almohadas en los que todo el mundo dormía. La ropa de este tejido siempre ha tenido buena consideración porque es cálida a la vez que higroscópica. (más…)

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Mazorcas de maíz secando. Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa.

En el período invernal no podían llevarse a cabo la mayor parte de los trabajos en el campo, las condiciones meteorológicas lo impedían y la propia tierra necesitaba descansar. Ese tiempo se aprovechaba para realizar otras labores que requerían atención y dedicación. (más…)

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Hilando con el huso. Carranza, 1986. Miguel Sabino Díaz.

Hasta entrados los años 1960 fue costumbre generalizada en los caseríos de los pastores guardar para uso propio alguna manta, nombre con el que se conoce a la lana de oveja. Se empleaba como relleno de los colchones y para hacer el hilo con el que se confeccionaban algunas prendas de vestir, habitualmente calcetines, cordones de abarcas y chalecos. (más…)