Las mascaradas de invierno son una serie de celebraciones de carácter festivo-ritual existentes en buena parte de Europa occidental y que suelen organizarse desde navidades o primeros de año hasta el final del tiempo de Carnaval. En ellas suele conjugarse la territorialidad comunitaria o la cohesión social, la buena vecindad o la comensalidad, oscuros rituales (fertilidad o renacer de la Naturaleza), cierta expectativa dual ante la presencia de los enmascarados y casi siempre está detrás la juventud organizada de modo secreto o anónimo. Se constituyen en abigarradas o sencillas comparsas caracterizadas por la música o el estruendo sonoro, la danza y la teatralización. En las mismas, se pueden observar máscaras ruidosas, intimidatorias o fustigadoras, bestias salvajes, figuras grotescas, personajes críticos escenificando la cotidianidad de la vida colectiva, ceniceros y/o barredores del itinerante recorrido.