“Con mucha razón se ha dicho que todo establecimiento humano es la amalgama de un poco de humanidad, de un poco de suelo y de un poco de agua”. Es una observación, hecha en su día por Barandiaran, que no por elemental está de más recordar.
La proximidad a ríos o manantiales era un factor geográfico de poblamiento importante que condicionaba la localización de las casas rurales. Algunas casas tenían su propio pozo, aljibe o depósito de agua; otras lo compartían con las casas vecinas. Era común que a la fuente del vecindario la acompañara un abrevadero para el ganado y un lavadero donde se hacía la colada. Y en núcleos de población más densos se contaba con fuentes urbanas, amén de aguadores y aguadoras que tenían por oficio vender agua a domicilio. (más…)