La vida en el caserío tradicional gira en torno a lo que la tierra pide y ofrece en cada época del año. Y el otoño es tiempo de manzanas. Toca recogerlas. No todos los años son iguales, unos son más fructíferos que otros, y este ha sido uno de ellos. Ahora, no sabemos muy bien qué hacer con tanta manzana. O hacemos compota, o las comemos directamente del árbol, o las repartimos entre nuestras amistades, para que no se echen a perder.
Antiguamente, en la mayoría de los caseríos se elaboraba sidra, y allí donde se hacía sidra también se acostumbraba a hacer eso que llamamos pitikin. Alejandro Olabarria, natural del barrio Udiaga de Orozko, no ha perdido la costumbre de hacer pitikin. Eso es lo que ha visto siempre en casa y eso es lo que continúa haciendo año tras año. Un tío suyo, al parecer, solía hacer sidra, pero él no llegó a conocerlo. Recuerda que en un tiempo vendían las manzanas a un mayorista de Basauri, y que hasta el pueblo las bajaban en un carro tirado por bueyes, para después ser transportadas en coche hasta Basauri. También recuerda que las vendían a particulares, a tanto el manzano, y que ellos se encargaban de recogerlas.