Última semana de mayo, primera quincena de junio… todo depende del estado de los pastos, de cómo vaya la primavera; pero en cualquier caso es el momento de dejar las Bardenas Reales y enfilar por la milenaria Cañada Real de los Roncaleses con los rebaños de ovejas rasas en busca de los pastos de alta montaña del Valle de Roncal. Igual que se hizo el año pasado, y hace cinco, y hace cien, y hace más de mil años. Es tradición largamente milenaria y es derecho bien ganado, a base de bravura en el combate, por los roncaleses; no en vano fueron pastores en tiempos de paz y soldados en tiempo de guerra. Aquel temple guerrero es el que les convirtió en el año 882, en los primeros congozantes, también copropietarios, de las Bardenas Reales por disposición del rey Sancho García.
Hay oficios, muchos, que desaparecen; los nuevos tiempos se los llevan por delante sin piedad alguna. Con ellos, poco a poco, desaparecen también los lugares en los que se ejercían. Y a veces desaparecen hasta los pueblos en donde estaban esos lugares, e incluso las personas que fueron testigo de aquellos oficios, lugares y pueblos.
Esto es exactamente lo que ha pasado con la tejería de Aizpe, en Urraúl Bajo. No viven ya quienes allí hicieron tejas, ni queda rastro de la tejería, ni tan siquiera quedan los restos del pueblo, ni desde hace unos pocos meses vive tampoco aquél que de niño y adolescente almacenó en su memoria los recuerdos de aquel lugar…, el último testigo de aquello. (más…)
La montaña, los puertos… viven ahora un momento mágico, tanto desde el punto de vista natural como desde el punto de vista etnográfico. Centrémonos en la etnografía, y más concretamente en un objeto muy particular.
A la montaña, a los puertos, a los pastos de verano del Pirineo navarro, Urbasa y Aralar llegan en esta época del año miles y miles de ovejas que han pasado el invierno en tierras bajas exentas de nieve y ricas en pastos. La montaña, ¡escuchad!, se llena de música. Es el sonido de los cencerros que cuelgan del pescuezo de ovejas, cabras, chotos, irascos, vacas, yeguas… La montaña tiene su propio hilo musical. (más…)
En abril y mayo se impone la necesidad de buscar la protección de las florecientes cosechas y la dicha de la lluvia moderada. Es un tiempo jalonado de costumbres asociadas a la colocación de árboles o chopos pelados en plazas o altozanos (práctica que se suele prolongar hasta San Juan o las fiestas patronales), la figuración vegetal de mayos vivientes o peleles, la curiosa designación o elección de las virginales mayas o el singular matrimonio juvenil de mayos y mayas. (más…)