En tiempos pasados en que numerosos caseríos contaban con colmenas las abejas eran enormemente respetadas. Se las tenía en gran consideración, porque producían miel y cera que eran muy estimadas.
En el vizcaino Valle de Carranza entre los aficionados de más edad se decía que antaño el miramiento era tal que a quien acababa con un enjambre se le amputaba un brazo. Quedan vestigios de ello entre ancianos, porque jamás se les pasa por la cabeza la idea de que se puedan matar abejas. Semejante creencia se consignó asimismo en algunos pueblos alaveses, donde se decía que antiguamente a quien cataba o robaba una colmena le cortaban el brazo derecho. (más…)