¡Ni me acuerdo cuándo comí angulas por última vez! Solo puedo decir que han pasado muchos años. Ahora que me he puesto a pensar en ello, los recuerdos se remontan a mi infancia, cuando veía pasar por la carretera aquellos diminutos coches (Seat 600, 127, 850, R-5…; diminutos en comparación con los actuales) con largos palos y grandes cedazos que en el mejor de los casos iban sujetos en las bacas; y otras veces, simplemente sobresalían de las ventanillas. Era gente que venía de pescar angulas allí donde se unen el río Butrón y la ría de Plentzia.
Las angulas han sido y siguen siendo un plato típico de la cena de Nochebuena, pero fueron y aún lo son un producto de lujo que no está al alcance de todos los bolsillos. Por ello, no son pocos los que hace unas décadas se dedicaban a pescarlas y venderlas para sacarse un dinero extra. Otros, en cambio, sólo iban de vez en cuando, y las cogían para consumo doméstico.