El patrimonio cultural inmaterial está de moda. Con esta rotunda afirmación pretendemos reflexionar sobre la evolución que este ámbito patrimonial ha experimentado desde que en el año 2003, UNESCO redactase la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, ratificada en 2006 por el estado español y materializada posteriormente en herramientas como el Plan Nacional de Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial (2011), la Ley 10/2015, de 26 de mayo, para la salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial y las diferentes reformas que han conducido a la inclusión del término y su aplicación en algunas de las normas autonómicas.
Su desarrollo ha suscitado en los últimos años el surgimiento de determinados debates centrados, principalmente, en los diferentes modelos de gestión a la hora de llevar a cabo procesos de patrimonialización, su consideración en relación a otros ámbitos patrimoniales tangibles y el papel que desempeña en ello la comunidad portadora, entendida esta como el conjunto de personas protagonistas de las diferentes prácticas inmateriales clasificadas según los ámbitos establecidos por la Convención de 2003.
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