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Luis Manuel Peña. Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa.

Luis Manuel Peña. Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa.

Un ‘consumidor’ entra una mañana en una zapatería y compra un par de zapatos. Pero no sabemos si por coquetería o por una arcana razón psicológica, se los lleva un par de números más pequeños de lo que necesita. Al cabo de dos o tres días de usarlos obviamente le duelen los pies y se toma unos analgésicos. Pero continúa vistiéndolos. Pocos días más tarde se le hacen rozaduras que tiene que curar con antisépticos y tiritas, aún así sigue calzando sus zapatos nuevos. Un tiempo después las heridas empeoran y se ve obligado a acudir al médico. Se le han infectado y le receta antibióticos. Cuando concluye el tratamiento el estado de los pies se ha agravado. Acude al podólogo, mas no mejora. Las heridas corren peligro de gangrenarse y un cirujano decide que es mejor amputar. El afectado pasa después por un proceso de rehabilitación; le diseñan unas prótesis y especialistas en la materia consiguen que vuelva a caminar, no sin dificultad. Al final interviene un equipo científico que le coloca unos pies biónicos interconectados con su sistema nervioso que, además gracias a la inteligencia artificial, posibilitan que se mueva con total naturalidad. (más…)

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Bisonte de Altamira (Cantabria). Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira

Bisonte de Altamira (Cantabria). Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira.

Nosotros somos la prehistoria de los milenios venideros. No por ello nos sentimos primitivos sino que contemplamos con cierta soberbia a quienes nos antecedieron en generaciones pasadas vanagloriándonos de todas las mejoras alcanzadas en comparación con la precariedad que les atribuimos. Sin embargo en quienes nos dedicamos a la etnografía anida la sospecha de que esa apreciación tiene demasiadas grietas, hasta el punto de que preferimos, al igual que Barandiaran, hablar de cambio antes que de progreso. (más…)

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Fragmento de La creación de Adán, fresco pintado por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina.

Todos los cambios que ha experimentado la actividad humana pueden ser simbólicamente reflejados en la longitud de un brazo.

Cuando no se disponía de ningún tipo de máquina, el esfuerzo laboral recaía en los brazos, lo que dio lugar al término de bracero. La fuerza se representa precisamente con esta extremidad doblada por el codo y tensada hasta que sobresalga la bola que forma el bíceps. Un trabajo que no requiere fuerza pero sí destreza es el que se desplaza hasta la mano, el trabajo manual más propio de los artesanos en todas sus facetas. Si seguimos moviéndonos hacia el extremo y llegamos a los dedos, nos encontramos con un trabajo más fino aún y que está íntimamente ligado a capacidades que entran en la esfera de lo intelectual: dedos que sujetan una pluma de escribir o el pincel que plasma nuestro interior en un lienzo. (más…)