Nosotros somos la prehistoria de los milenios venideros. No por ello nos sentimos primitivos sino que contemplamos con cierta soberbia a quienes nos antecedieron en generaciones pasadas vanagloriándonos de todas las mejoras alcanzadas en comparación con la precariedad que les atribuimos. Sin embargo en quienes nos dedicamos a la etnografía anida la sospecha de que esa apreciación tiene demasiadas grietas, hasta el punto de que preferimos, al igual que Barandiaran, hablar de cambio antes que de progreso. (más…)
Todos los cambios que ha experimentado la actividad humana pueden ser simbólicamente reflejados en la longitud de un brazo.
Cuando no se disponía de ningún tipo de máquina, el esfuerzo laboral recaía en los brazos, lo que dio lugar al término de bracero. La fuerza se representa precisamente con esta extremidad doblada por el codo y tensada hasta que sobresalga la bola que forma el bíceps. Un trabajo que no requiere fuerza pero sí destreza es el que se desplaza hasta la mano, el trabajo manual más propio de los artesanos en todas sus facetas. Si seguimos moviéndonos hacia el extremo y llegamos a los dedos, nos encontramos con un trabajo más fino aún y que está íntimamente ligado a capacidades que entran en la esfera de lo intelectual: dedos que sujetan una pluma de escribir o el pincel que plasma nuestro interior en un lienzo. (más…)