Hasta no hace tanto tiempo existió entre nosotros una bella costumbre popular que se celebraba en el día de San Juan. Consistía en observar y admirar el sol en el momento del amanecer ya que supuestamente era el día de su mayor apogeo, el solsticio de verano. Por ello surgía sobre el horizonte más vistoso y alegre que nunca, contento por saber que era su gran celebración.
La cita más incuestionable sobre aquella antigua tradición nos la ofrece Pascual Madoz en su Diccionario geográfico elaborado entre los años 1845 y 1850, en el que recogió información de todo el reino en base a las respuestas remitidas desde los diversos pueblos. Y dice así en la entrada de «Gorbea»: «Principalmente el día de San Juan Bautista suele ser extraordinaria la concurrencia que para los primeros albores del día se halla ya en la cima, esperando la magnífica salida del sol». Un acto muy popular y que, sin embargo, se nos escapa de los recuerdos más recientes y de las encuestas etnográficas.
Existen numerosas formas de definir un reloj de sol, pero tras la lectura de muchos textos destacaría la de Miquel Palau en su libro Rellotges de sol: “El reloj de sol es la plasmación gráfica de una idea genial del hombre, que de tan simple sorprende. Se trata de una sombra que se mueve en sentido contrario al movimiento aparente del sol, mientras va señalando unas líneas horarias dispuestas convenientemente”. Sin embargo, observando la realidad de estos artilugios y reflexionando un poco se entiende que la cosa no es tan sencilla como puede desprenderse de la definición, pues no fueron en su origen producto de artesanos, sino el resultado de múltiples y complejos estudios. Muchas son todavía hoy las personas que intentan construir relojes de sol sin hacer las hipótesis adecuadas y rápidamente comprueban que su esfuerzo no es compensado. Lo más llamativo sigue siendo que un instrumento tan elemental registre con tanta precisión los movimientos de la tierra. (más…)
Se dice que en un tiempo el Sol y la Luna fueron marido y mujer. Cierto anochecer de Luna nueva el Sol, retirándose al ocaso, dijo con soberbia:
—La Tierra está cada vez más hermosa.
—Sí, ya me he dado cuenta —replicó la Luna. (más…)