En castellano conocemos con el nombre de «zoqueta» a una pieza de madera, a modo de guante, con que la persona que está segando la mies resguarda de los cortes de la hoz los dedos meñiques, anular y corazón de la mano izquierda. En euskera lo documentamos como esku-kapela pero no es una palabra conocida, algo residual, ya que ese aparejo ha sido mayormente usado en la vertiente mediterránea de Euskal Herria, donde abundaba el cereal, pero se perdió mucho antes el euskera. En la vertiente norte, al contrario, es un objeto totalmente desconocido.
Son muchas las costumbres y modos de vida de los pueblos que van cambiando a lo largo de los años y estas transformaciones son las que en parte trata de recoger la etnografía.
Uno de estos usos que la forma de vida actual ha modificado sustancialmente es la relativa al pequeño comercio. Hemos consignado en más de una ocasión que la incorporación de la mujer al trabajo ha supuesto, a juicio de muchos informantes, uno de los cambios más destacados de la vida familiar en el siglo XX y lo que llevamos del XXI. Antaño las familias eran más numerosas y era frecuente que en la casa habitaran hasta tres generaciones: abuelos, padres e hijos. Además la mujer de la casa se dedicaba a las labores domésticas y siempre permanecía alguna persona en la vivienda.
La representación de la cruz, como elemento significativo de la Pasión de Jesucristo, está ampliamente presente en la órbita de la religión cristiana y su simbología tradicional (signo protector de comunidades, unidades familiares convivientes, personas, animales o pertenecías) se ve reflejada en devotas tallas artísticas del interior de los centros de culto, en las cabeceras de las camas o custodiando el lecho del descanso eterno. Se establece pintada en puertas y ventanas, elaborada o formada por distintas especies vegetales o de forma emblemática, es realizada como gesto destacado del cristianismo.
Zazpitxaboleta es un paraje situado bajo la cima de Belatxikieta, que albergó un pequeño, húmedo y dulce hayedo y; a su vera, siete cuadras de ovejas que indicaban la importancia de la ganadería en aquel momento. Un paraje elegido desde antaño por los habitantes de los alrededores, porque ofrecía inmejorables posibilidades para dicho modo de vida. Desde la Edad Media, era una zona poblada de seles, arboledas sombrías, arroyuelos, pastizales, y zonas rocosas propicias para que pastara el ganado.
Por otra parte, en los alrededores había bastantes animales perjudiciales y para para hacerles frente, los pastores localizados entre Mugarra a Aramotz se reunían para afrontar el problema. Dichas reuniones recibían el nombre de azeri-batzarra. Estas juntas se celebraban un año en Mugarra y al año siguiente en Belatxikieta, y estando reunidos en una de ellas, Don Emiliano Zuloaga, nuevo terrateniente de los alrededores de Zazpitxaboleta, se percató de la preocupación de los pastores por la ausencia de una ermita en la zona, ya que en aquel momento la fe cristiana era muy importante.
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