Apuntes de etnografía

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Hacha: «herramienta utilizada para cortar madera y afines, formada por una lámina de hierro plana, afilada y con ojos, y un mango de madera que se fija en el ojo.» Esta es la definición que  recoge el diccionario de Euskaltzaindia, donde describe la función técnica de la herramienta. Pero detrás del hacha hay un mundo mucho más amplio, profundamente arraigado en los ámbitos cultural, profesional y deportivo.

El hacha no es sólo una herramienta para talar árboles; es un elemento que combina trabajo, identidad, deporte, ocio y cambio. Pero cuando hablamos del hacha, inevitablemente tenemos que hablar de los bosques y del ecosistema que se produce en ellos. El bosque es un ecosistema formado por diferentes tipos de árboles, animales, plantas y otros componentes, en el que el hombre ha participado desde tiempos inmemoriales. Imaginemos un bosque del siglo XVI: un carbonero trabajando, llenando de melodías el bosque con cada hachazo entre píos de pájaros.

Es evidente la influencia de las personas que trabajaban con el carbón en nuestro paisaje. El trabajo desarrollado en los bosques, aunque se trata de carboneros que se situaban en un nivel social bajo, ha sido determinante en el desarrollo del paisaje y del patrimonio natural. Trasmochaban árboles, es decir, cortaban ramas y daban una forma adecuada, lo que mejoraba, por un lado, la calidad y productividad de la madera, y por otro, fueron revalorizando nuestro patrimonio natural y cultural.

Esta actividad, denominada trasmoche, ha consistido en una técnica de moldeo y explotación forestal. En este proceso se corta las ramas del árbol y se le da una forma en concreto. El trasmocheo se realizaba en los menguantes de septiembre a marzo, nunca entre marzo y junio, respetando los ciclos naturales. Los carboneros cortaban la madera del bosque y la transformaban en carbón, convirtiéndola en combustible importante. De hecho, el carbón fue durante mucho tiempo el principal combustible y eso daba mucha importancia al trabajo de estas personas.

Los carboneros utilizaban el hacha para trabajar la madera y talar los árboles. En este trabajo, las personas más jóvenes y fuertes se encargaban de talar los árboles, mientras que los más mayores o más débiles se encargaban de quitar ramas y cortezas y fabricar pequeñas maderas. Esta actividad se realizaba en el propio bosque por la dificultad de  trasladar el material al pueblo. Pero el trabajo de los carboneros no era sólo un trabajo puramente mecánico; también era una especie de rivalidad entre los grupos, así el trabajo del bosque los llevó a las plazas con desafíos y apuestas.

Con el tiempo, la actividad forestal ha sufrido importantes cambios que han llevado a la casi desaparición de la figura del carbonero. En la actualidad, el carbón no es tan necesario como antes, lo que ha supuesto importantes cambios en el modelo de explotación del bosque. Sin embargo, la figura del aizkolari ha sobrevivido y ha adquirido un nuevo carácter. Ha pasado de ser un trabajo forestal a ser una actividad deportiva en las plazas. Los aizkolaris ya no usan trajes viejos y sucios; ahora  los aizkolaris utilizan ropa decente y blanca, convirtiéndose en la antítesis de la propia procedencia, ya qué hoy en día se ha convertido en un espectáculo deportivo que reúne a numerosas personas en la plaza. Por lo tanto, la actividad del aizkolari ha pasado de ser un trabajo a un deporte. Y el hacha, de ser una simple herramienta, se ha convertido en una herramienta deportiva. En esta transición, el hacha ha sido la protagonista y también los que hacían esas hachas, quienes han jugado un papel importante en la evolución y adaptación de esta herramienta.

La evolución del hacha es un espejo de la evolución de la sociedad vasca. El hacha, arraigada en antiguos bosques y oficios, se ha convertido hoy en un símbolo del deporte y de la cultura. Por lo tanto, el hacha no es sólo una herramienta; es un símbolo de la profunda relación entre historia, profesión y deporte y una parte importante de nuestro patrimonio. Aizkolaris, hachas y hacheros juntos han construido un puente entre la tradición y la innovación, un puente profundamente arraigado en la esencia de la cultura vasca.

Ametz Gurrutxaga

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