La herrada, según la certera definición de la RAE, ‘cubo de madera, con grandes aros de hierro o de latón, y más ancho por la base que por la boca’, es un recipiente que hoy día más que un objeto útil es pieza de museo. La herrada tuvo antaño, al menos durante todo el siglo XIX y las primeras décadas del XX, un uso importante en la sociedad vasca. Era el recipiente donde las mujeres traían agua de la fuente. En euskera, en los dialectos occidentales, se le ha llamado errada, perrada, edarra…, mientras que en los orientales su nombre más común ha sido ferreta.
El que se acerque a Otsagabia (Navarra), principal población del valle de Salazar, encontrará en casi todos los portales, según creo recordar, una herrada con bruñidos y relucientes herrajes dorados. En Donostia (Gipuzkoa), según me han informado, la herrada invertida se convierte la víspera de San Sebastián en un tambor que golpean constantemente los mozos.
En el euskera coloquial, cuando menos durante los siglos XVIII y XIX, euria erradaz egin ha significado ‘diluviar’, y así lo atestiguan diferentes autores. Los escritores del XIX, tanto Arrese Beitia como Alfonso M. Zavala, lo utilizan. “Edarraz euriak (egin)”, escribe el primero, y el segundo empieza el cuento Txomin Urreta con la siguiente frase: “Goyan-bean euria perradaz bezela ari da”. Euria goian-behean ari da significa que ‘está lloviendo copiosamente’, mientras que con el refuerzo perradaz bezala significa que ‘está lloviendo a herradas’. Se trata, por lo tanto, de una unidad fraseológica sustentada en una metáfora.
Aunque el recipiente en cuestión ha caído en desuso, hoy en día aún se pueden escuchar expresiones parecidas a las ya mencionadas. Gotzon Garate documenta en Azpeitia (Gipuzkoa) euria egin du erradaz botata bezala, es decir, ‘ha llovido como si jarrearan con una herrada’. Marina Olabarria, vecina de Orozko (Bizkaia), sigue utilizando la expresión euria erradaz egin para significar que ‘está jarreando’. También se ha recurrido a otros recipientes con el mismo significado. ‘Llover a cántaros’, por caso, en euskera se dice euria suilka egin, donde suil es ‘cántaro’.
He oído a mi madre, Lorenza Elorza, infinidad de veces, que antaño las mujeres que habitaban en el casco urbano de Markina (Bizkaia) solían ir a la fuente de Goiko Portal a por agua, y que se colocaban un rodete sobre la cabeza para portar sus herradas: “Le(h)ena ez euen urik etxietan, eta kaleko andrak, buruen sorkixe ebela, sorkixe bigungarritzat ipinitte, edarran ekarten eben ure”.
En las paremias del XIX encontramos el refrán recogido por Juan Antonio de Mogel “Otsein barrijak galbaiaz ura, zaarrari edarriaz bere lecurik emon ez gura”, que R. M. de Azkue traduce como: ‘El criado nuevo, el agua con criba; al viejo, ni con herrada se le quiere dar lugar’. Entre las adivinanzas recogidas por J. F. Cerquand y publicadas en el Bulletin de la Société des Sciences, Lettres et Arts de Pau entre los años 1875–1885 figura la adivinanza suletina “Üthürrialakoan khantatzen eta etxerakoan nigarrez?”, es decir, ‘Cantando mientras va a la fuente y llorando al volver a casa?’; la solución al enigma es la ‘herrada’.
En el Cantar de Bereterretxe —una de las baladas vascas más antiguas que se ha cantado en Zuberoa a partir de unos luctuosos hechos de mediados del siglo XV—, cantar que se recogió de la tradición oral a finales del XIX y principios del XX, en la variante de Chambra, la décima estrofa refiere:
Ezpeldoiko alhaba
Margarita deitzen da,
Bereterretxeren odoletarik
bethe umen dü ferreta.
Se dice que ‘Margarita, oriunda de Ezpeldoi, llenó una herrada con la sangre vertida por Bereterretxe’ para indicar la gran cantidad de sangre que derramó el sacrificado. En otras versiones más conocidas se dice que Margarita recogió a manos llenas la sangre de Bereterretxe.
Jabier Kalzakorta – Académico de número de la Academia de la Lengua Vasca – Profesor de la Universidad de Deusto