A lo largo del medievo se consolida el poblamiento del Valle de Carranza, apareciendo los primitivos concejos de cuyas asambleas emanaba el gobierno de la república de Carranza. Hasta el año 1740, fecha de construcción de la Casa del Valle en el barrio de Concha, sus juntas, si el tiempo no lo impedía, se celebraban a la sombra de una encina plantada delante de la iglesia de Santa María de Soscaño, en cuyo interior estaban depositados los libros de cuentas.
Sobre esta vieja tradición, el abogado y escritor carranzano, Nicolás Vicario de la Peña recoge en su libro El Noble y Leal Valle de Carranza:
“En época más remota, esas reuniones de los hidalgos y los escuderos y cuando el tiempo era bueno, acaso no se celebrarían en el atrio o pórtico del templo de Santa María de Soscaño, sino en el prado o coso inmediato a él y a la sombra de una corpulenta encina que, vetusta y hueca, se conservó hasta el último tercio del siglo XIX y a la cual los naturales de Soscaño asignaban setecientos años de vida y la estimaban de los tiempos en que se erigió la iglesia. Los ancianos que la conocieron decían que dentro de la encina cabían doce hombres sentados, lo cual da idea del gran diámetro del tronco, de su gran desarrollo y antigüedad”.
La costumbre de celebrar las reuniones de concejo bajo un árbol para tratar los asuntos concernientes a los vecinos también se ha venido haciendo en algunos concejos del Valle, vigente aún en el de Matienzo.
Tiempos atrás, la llamada a concejo se convocaba a campana tañida, celebrándose la reunión a la salida de la misa mayor de domingos o festivos, teniendo la obligación de acudir una persona de cada casa.
Los vecinos del concejo de Aldeacueva celebraban las reuniones de concejo en torno a una mesa y bancos de piedra —restaurados en el año 1954 sobre los restos de los antiguos— situados bajo unas rebollas (robles) próximas a la iglesia de San Bartolomé. En la mesa se sentaban el pedáneo y sendos celadores, uno por el barrio de Aldeacueva y otro por el de Salviejo, los encargados de hacer cumplir que las latas o barreras estuviesen cerradas, impidiendo que el ganado entrase en las llosas de cultivo. Alrededor de ellos se situaban de pie los vecinos que acudían a la reunión. Hacia el inicio de los años 1970, desaparecida la figura de los celadores, se cambia esta costumbre, ocupando unos vecinos el asiento de los bancos y permaneciendo otros de pie. En estos últimos años las reuniones de concejo se vienen celebrando en la taberna del barrio.
Los vecinos del concejo de Lanzas Agudas se reunían en concejo bajo el fresno plantado junto a la iglesia de Santiago Apóstol. En torno a su tronco había unas piedras de sillería que servían de bancos. A partir de los años 1960, después de la corta del fresno que se había secado, las reuniones del concejo pasaron también a celebrarse en la taberna del barrio.
En el concejo de Matienzo, segregado del de Soscaño a finales del siglo XIX, los vecinos mantienen la costumbre de reunirse en concejo bajo las encinas situadas junto a la iglesia parroquial de los Santos Mártires Cosme y Damián. En estos últimos años la convocatoria al mismo la hace el pedáneo de barrio, pasando casa por casa o con una nota en el buzón de las casas.
Miguel Sabino Díaz – Etniker Bizkaia – Grupos Etniker Euskalerria
Para más información puede consultarse: Ignacio Abella. Árboles de junta y concejo. Las raíces de la comunidad. Bilbao, 2015.