La salud es uno de los bienes más preciados de la vida. La enfermedad, en cambio, provoca que no podamos disfrutar plenamente de ella. Según las creencias cristianas, Dios es el origen de la vida y de su voluntad depende la preservación de la salud y la curación de las enfermedades. En esta convicción se fundamentan las prácticas religiosas, oraciones, promesas y peregrinaciones que hacen los aquejados a algunas ermitas y santuarios para que remita la enfermedad y se recupere la salud.
En estas peregrinaciones, a la vez que se le pide la gracia o la ayuda al santo, antaño se le ofrendaba aceite, trigo, velas, animales domésticos; ahora mayormente dinero. Observamos cierto sentido utilitario, un intercambio: ‘yo te ofrendo para que tú me des’ o ‘yo te doy gracias para que me sigas protegiendo’.
Para efectuar los ritos en los que se pide la curación, normalmente se utilizan objetos o elementos que se hallan en la propia ermita o santuario. Suelen ser agua bendita, aceite para luces votivas, un toque de campana, prendas o atributos de las imágenes de los santos, el agua de las fuentes o de los manantiales que hay junto a las ermitas…
Algunas veces el procedimiento curativo es de carácter transferencial. Lo que se pretende es trasladar la enfermedad o dolencia que tiene el enfermo a un determinado objeto, que puede ser una prenda de vestir, agua o monedas que se ofrendan.
Hasta mediados del siglo XX lo más común ha sido recurrir a los santos mediante votos o promesas. Un voto es un ofrecimiento religioso que hace una persona de realizar una obra piadosa que le suponga algún tipo de sacrificio, ya sea por devoción o para obtener un determinado beneficio.
La promesa conlleva dos tareas. La primera y más costosa suele ser la peregrinación —muchas veces a pie, descalzo o de rodillas— al santuario o ermita donde se venera la virgen o el santo al que se haya invocado. En Bizkaia, Gipuzkoa y Álava ha sido muy típico ir en peregrinación al Santuario de los Santos Antonios de Urkiola. A veces era un trayecto que duraba varios días y se pedía cobijo para pasar la noche en el pajar de algún caserío. Hoy en día se llevan a cabo peregrinaciones en autobús o coches particulares organizadas anualmente en días concretos.
La segunda consiste en hacer una ofrenda a modo de velas, aceite para la lámpara votiva, flores para la imagen, limosnas o encargo de misas, que normalmente también hay que pagar.
Cuando se obtenía la curación, se ofrecía un testimonio en agradecimiento al favor recibido. Generalmente se hacía entrega de un objeto al que llamamos exvoto. Este exvoto normalmente se colgaba de la pared o del techo de la ermita. De hecho, hasta los años 70, en muchas ermitas y santuarios había una habitación específica en la que se exponían los exvotos, que solían ser muletas, aparatos ortopédicos, prótesis…
En ocasiones se recurre a ermitas cercanas pero también a grandes santuarios: San Antonio de Urkiola, San Felicísimo de Deusto, la Basílica de Begoña y San Juan de Gaztelugatxe en Bizkaia; la Virgen del Puy, el Santuario de Javier y Nuestra Señora de Ujué en Navarra; el Santuario de Estibalitz y la Virgen de Oro en Álava; y Nuestra Señora de Arantzazu en Gipuzkoa.
Akaitze Kamiruaga – Departamento Herri Ondarea – Labayru Fundazioa
Para más información puede consultarse el tomo dedicado a Medicina Popular del Atlas Etnográfico de Vasconia y también la obra Origen y significación de las ermitas de Bizkaia de Gurutzi Arregi.
[…] En un apunte anterior tratamos el tema de las peregrinaciones a ermitas y santuarios como medida de protección o cura ante la enfermedad. En esta ocasión nos referiremos a casos de infertilidad y trastornos propios de la infancia. Y hablaremos en pasado porque son prácticas que han ido perdiendo vigencia en los últimos años. […]