El que los vecinos de un barrio realicen determinados trabajos que afectan al común se conoce en las localidades vascófonas como auzolana. En tiempos pasados fueron más habituales estas labores porque las diputaciones forales y los propios municipios cubrían menos necesidades, en tanto que hoy día sus presupuestos tienen mayor alcance. Era una prestación obligatoria exigida a los vecinos para obras o servicios de utilidad común que también se conoce y practica en localidades alavesas donde se la conoce como vereda.
Una de las ocupaciones más significativas llevadas a cabo antaño entre los vecinos era el arreglo de los caminos (bide-konpontzea). Pero no solo la reparación sino que cuando ni siquiera había vías decentes de comunicación entre los caseríos entre sí y entre estos y el núcleo urbano más cercano. Además de la aportación de mano de obra en igualdad de condiciones, cada casa contribuía con una cantidad en metálico para la adquisición de materiales en función de su capacidad económica.
Una vez construido el camino había que mantenerlo, bachearlo cuando se deterioraba, y limpiar los márgenes (bide-hegalak garbitu), también en régimen de auzolan. Otro tanto ocurría si por causa de la nieve las pistas quedaban impracticables, y con la participación de todos se dejaban expeditas.
Cuando los caseríos no estaban abastecidos de agua corriente, los vecinos se ocupaban de abrir zanjas, instalar las conducciones y demás labores para la traída del agua (ura ekartea).
La ermita era el lugar de reunión del barrio. En ella tenían lugar las celebraciones religiosas, el rezo del rosario, las reuniones de la hermandad de ganaderos y se resolvían los asuntos que les afectaban. Pues bien, la reparación del tejado y su mantenimiento en condiciones también era una labor comunal.
En nuestra comarca de Urdaibai hay muchas casas que cuentan con prados (bedar-lekuak) en la vega. Cuando había mareas vivas (ur-biziak) se hacía preciso mediante palas (saka-palak) extraer tepes (zohiak) y arreglar los ribazos (motak) para que no penetrara en ellos el agua salada y los destrozara.
Una figura próxima al auzolan es la ayuda voluntaria entre vecinos, en particular el acarreo (lorra), entendido como aportación material o mutuo auxilio, que trataremos en un futuro apunte. Los casos típicos eran aquellos en los que el vecindario se implicaba en labores que puntualmente requerían mucha mano de obra. Así la trilla (gari-jotea), primero a mano y luego con máquinas trilladoras, donde la casa a la que de modo rotatorio le correspondía obsequiaba con una cena a los participantes. Algo similar sucedía con la henificación de la hierba en la que colaboraban tanto hombres como mujeres, sobre todo si el riesgo de tormenta era inminente. Otro tanto cabe decir de la matanza del cerdo y de tantas otras situaciones. En algunas localidades navarras esta figura se conoce como tornapión o asistencia vecinal que se daba en las recolecciones, más antiguamente en el layado, el trillado de la mies y la vendimia.
Consideración aparte merece la asistencia vecinal que se daba y se da de manera singular en los casos de fallecimiento.
Segundo Oar-Arteta – Etniker Bizkaia – Grupos Etniker Euskalerria
Mi ama nos hablaba muchas veces del auzolan. Habría que recordar más esa costumbre tan habitual y extendida en Euskalerria. Es un signo de eficacia y sentimiento comunitario de las economías ‘tribales’, más típicas del norte europeo, en contraposición a las estamentales y clasistas.
Como dices, haríamos bien en reforzar ese sentimiento comunitario que unía a nuestros antepasados.