Apuntes de etnografía

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Cabaña de Gumadernia. Carranza (Bizkaia), 2018. Miguel Sabino Díaz

Cabaña de Gumadernia. Carranza (Bizkaia), 2018. Miguel Sabino Díaz.

Desde muy antiguo los pastores del Valle que pastaban sus rebaños en las laderas y los altos de los montes de Ordunte ubicados en Carranza (Bizkaia), además de aprovechar algunas cuevas y abrigos rocosos existentes en la zona, improvisaron pequeñas construcciones para guarecerse de las inclemencias meteorológicas y pasar las noches cuando la presencia del lobo suponía un grave peligro para las ovejas.

Hasta finales del primer tercio del siglo XX algunas cabañas se levantaban con materiales vegetales. En su construcción se utilizaban palancas o maderos de roble o castaño con los que se daba forma a dos estructuras triangulares hincadas en el suelo una frente a la otra, y se posaba horizontalmente sobre ellas otra palanca que hacía de cumbre. Ambos frentes se cerraban apilando tepes o con quimas bien plegadas y atadas unas con otras, cuidando en cualquier caso de dejar un pequeño hueco como puerta. La cubierta se hacía colocando sobre el madero de la cumbre, a uno y otro lado, palos apoyados en el suelo, con poca separación entre ellos, sobre los que se ponían quimas con hojas. Encima se asentaban tepes con la hierba hacia abajo, superpuestos unos sobre otros para evitar la caída del agua al interior de la cabaña. En ocasiones se añadía una capa de cagolitas (excremento de las ovejas) para proporcionar una mayor impermeabilidad.

Cabaña de Saltipiñía. Carranza (Bizkaia), 1976. Miguel Sabino Díaz

Cabaña de Saltipiñía. Carranza (Bizkaia), 1976. Miguel Sabino Díaz.

Sin embargo, el tipo de cabaña más habitual, construida hasta bien avanzados los años 60 del pasado siglo XX, correspondía a pequeñas construcciones de planta rectangular, con unas dimensiones por término medio 4 m de largo por 2 m de ancho, levantadas con muros de mampostería a canto seco de aproximadamente 60 cm de grosor. El acceso al interior se realizaba a través de un pequeño hueco, recercado de piedra o madera, teniendo por término medio unas dimensiones de 1 m de alto por 80 cm de ancho. Como puerta se colocaba en unos casos una laja de piedra, en otros una bardanasca hecha con varas de avellano entrelazadas. La cubierta a dos aguas se construía apoyando sobre los hastiales un madero como cumbre. Sobre este y los muros laterales se asentaban los cabrios, sobre los que se colocaban losas de piedra para cubrir el tejado. Aunque fue poco común, se llegaron a utilizar en ocasiones tepes en la cubierta del tejado.

Interiormente este tipo de construcciones han presentado un único habitáculo, que se reparten el fuego bajo, situado en una de las esquinas, y la camareta para que los pastores durmieran. Una gruesa palanca separaba uno de la otra, a la vez de servir como asiento frente a la lumbre. La camareta se hacía habitualmente con palos de avellano dispuestos sobre dos maderos paralelos, quedando a unos centímetros del suelo. Sobre ellos se posaban varios manojos de brezo que se cubrían con hierba menuda. A veces los pastores subían desde casa hojones de borona o paja procedente de la trilla del trigo para colocar encima del brezo.

Desperdigadas por las laderas y fuera de uso, muchas de estas cabañas se han ido arruinando. Las que han pervivido, junto con algunas otras reedificadas en las últimas décadas por el Servicio de Montes de la Diputación Foral de Bizkaia, forman parte del paisaje por el que discurre la senda del Guarda, que es como se llama la ruta de senderismo que recorre los montes de Ordunte.

Cabaña de Saldelbao. Carranza (Bizkaia), 1996. Miguel Sabino Díaz

Cabaña de Saldelbao. Carranza (Bizkaia), 1996. Miguel Sabino Díaz.

Al inicio de los años 90 del pasado siglo XX, pocos años después de la reaparición del lobo en los montes de Ordunte, la Diputación Foral de Bizkaia levantó en la zona más occidental varias cabañas de madera, dotadas con cocina, sala, dormitorio y un pequeño aseo. Estas cabañas fueron ocupadas temporalmente por los pastores hasta el inicio del siglo XXI, en que dejaron de subir con los rebaños a los pastos altos ante los continuos ataques de los lobos, y posteriormente se abandonaron y arruinaron hasta desaparecer.

Miguel Sabino Díaz – Etniker Bizkaia – Grupos Etniker Euskalerria


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