Los efectos de la pandemia actual están modificando nuestros hábitos de manera obligada. Tanto es así que la gran mayoría de eventos han sufrido suspensión o aplazamiento. Lo que no quita para hablar de la festividad del apóstol Santiago, celebrada a nivel tradicional en nuestros pueblos, destacando en su aspecto coreográfico la de Garai, con la Ezpata-dantza, el Aurresku y la procesión en la que se traslada la imagen del santo, en su versión, desde hace ya un tiempo, ‘matamoros’.
El Camino del Norte no goza de la importancia artística del Camino Francés. Y tampoco se trata únicamente de la fiesta del 25 de julio ni de declaraciones institucionales de Bien Cultural o Patrimonio de la Humanidad.
Los estilos arquitectónicos se funden con las leyendas e historias, desde los tres peñascos existentes en el interior de la iglesia hexagonal de San Miguel de Arretxinaga, debajo de los que se debe pasar para encontrar novio o novia, hasta el puente del diablo, cuyo nombre lo dice todo. Calzadas empedradas situadas en los lugares más inesperados, casas-torre que, en otro tiempo, fueron testigos mudos de las luchas encarnizadas entre banderizos o calles estrechas de villas que albergaron innumerables transacciones mercantiles nos trasladan al mundo medieval.
De un arte a otro. Museos en los que se percibe un rico contenido cultural, asociado a un pasado tradicional autóctono o de corte contemporáneo mundial: el de Euskal Herria en Gernika-Lumo; el de Bellas Artes, el Museo Vasco, el de Arqueología y el Guggenheim en Bilbao; o el de Bolívar en el pueblo que le dio nombre.
El papel relevante de la religión se nos muestra exultante en las iglesias, las ermitas y la colegiata que jalonan el camino. Las localidades de Markina-Xemein, Ziortza-Bolibar, Gernika-Lumo, Larrabetzu, Portugalete, Balmaseda y, como no, Bilbao, con su patrono y catedral de Santiago, cuentan con ejemplos de diferentes características y estilos.
No debemos olvidarnos de mencionar, en este breve recorrido, un elemento singular, convertido en Patrimonio de la Humanidad gracias al uso social que se le da entre las dos márgenes de la ría bilbaína: el popularmente conocido como ‘puente colgante’, verdaderamente un transbordador, situado entre Portugalete y Getxo.
Ni descuidaremos ese otro aspecto que une a la población, el humano, el de celebración, donde los festejos, la participación y la gastronomía van de la mano: Bilbao, con sus Carnavales, Semana Santa y Aste Nagusia; Portugalete, con el entierro de la sardina y las fiestas de San Roque; Markina-Xemein, con sus Carnavales, fiestas del Carmen y San Miguel; o Gernika-Lumo, con sus Marijesiak en Navidades.
Emilio Xabier Dueñas – Folklorista y etnógrafo