En tiempos pasados, celebrar el carnaval estando metidos de lleno en el tiempo de Cuaresma hubiera sido inaceptable, además de considerarse falta grave. Hoy en día, por diversos motivos, son varias las localidades que posponen dicha celebración al fin de semana siguiente al martes de carnaval.
De hecho, cuando hablamos de carnaval, pensamos fundamentalmente en los tres días anteriores al miércoles de ceniza, que es el que ponía fin a esta fiesta. Es un tiempo alegre y divertido, de excesos en el que se pueden romper sin riesgo de castigo las reglas establecidas, de cuestaciones de niños y mayores demandando tostadas; y antaño sobre todo era el tiempo que precedía al largo periodo de la Cuaresma, que en contraposición, estaba repleto de restricciones y prohibiciones.
Pero el carnaval no se limita a unos días concretos, podríamos decir que es un ciclo festivo cuyo comienzo no está muy definido: en algunos lugares lo celebran el fin de semana siguiente al día de Reyes, por ejemplo en la localidad navarra de Uitzi (Larraun). Algo más tarde, las nodrizas y los pastores (inudeak eta artzainak) de Donostia, y los ecos de los cencerros de los joaldunak de los pueblos navarros de Ituren y Zubieta, nos indican que la fiesta está a punto de llegar a todos los rincones de Euskal Herria.
En lo que respecta a la celebración, en algunas localidades se ha vivido con intensidad y entusiasmo, y ha sido una fiesta de gran tradición y renombre que se ha llevado a cabo ininterrumpidamente —incluso en tiempos de la dictadura franquista—. Quién no conoce los carnavales de la ciudad gipuzkoana de Tolosa, los atorrak de la villa marinera de Mundaka, o los famosos carnavales de la localidad navarra de Lantz. En otras ha pasado casi desapercibida, prácticamente sin pena ni gloria, y se ha limitado al uso de caretas que elaboraban los propios niños. Caretas, que dicho sea de paso, solo podían ponerse el martes de carnaval, ya que de hacerlo cualquier otro día se pensaba que quedaban pegadas a la cara para siempre.
También hay lugares en los que tras unos años de letargo y gracias a la labor de recuperación de grupos culturales, grupos de baile, etc. el carnaval ha resurgido de entre las cenizas renovado y reforzado. Es el caso, por ejemplo, de Trapagaran, Gernika, Durango, Altsasu… En otros casos como en Mundaka, para amoldarse a los tiempos modernos, desde hace unas décadas también salen las chicas vestidas de lamias.
Al fin y al cabo estas transformaciones demuestran que el carnaval es un patrimonio vivo, que va variando en función de los distintos agentes y de las personas que forman parte del él.
Akaitze Kamiruaga – Departamento Herri Ondarea – Labayru Fundazioa
Me ha parecido muy interesante y oportuno el tema del carnaval, del que tanto y tanto se puede hablar. Me gustaría ampliar y detallar un poco el caso del carnaval de Lantz. Me ha parecido entender que se trataría de uno de los que no se interrumpieron durante la dictadura franquista. En realidad, desapareció. En 1944, tras un trabajo de investigación, el escritor José María Iribarren y el secretario de la Institución Príncipe de Viana, José Esteban Uranga, consiguieron los permisos para que, por una vez y con el exclusivo fin de documentar la fiesta, pudiera celebrarse. Veinte años después, en 1964, tras obtener el correspondiente permiso del gobernador civil gracias a la mediación de José Esteban Uranga (entonces, director de Príncipe de Viana), los hermanos Julio y Pío Caro Baroja acudieron a Lantz para grabar la fiesta como reportaje para el NO-DO. Tuvieron que convencer a los jóvenes el pueblo para que participasen en la filmación. Los mayores les explicaron los pormenores de la fiesta, les enseñaron a bailar el zortziko y tararearon las melodías para que las aprendieran el acordeonista Jesús María Román y, después, el txistulari Francisco Cilveti. Finalmente se llevó a cabo la grabación los días 9, 10 y 11 de febrero (domingo, lunes y martes de carnaval). El carnaval de Lantz había sido recuperado y ya no se ha interrumpido. Las imágenes fueron incorporadas más tarde al documental en formato de película “Navarra, Cuatro Estaciones” (1972).
Hola Gabriel, muy interesante. Conocíamos la parte correspondiente a los hermanos Caro Baroja, pero no los pasos anteriores, y mucho menos todos los detalles. Sería interesante que ampliases brevemente tu comentario y lo adecuases de modo que lo pudiéramos incorporar como un nuevo texto para el blog.