La montaña, los puertos… viven ahora un momento mágico, tanto desde el punto de vista natural como desde el punto de vista etnográfico. Centrémonos en la etnografía, y más concretamente en un objeto muy particular.
A la montaña, a los puertos, a los pastos de verano del Pirineo navarro, Urbasa y Aralar llegan en esta época del año miles y miles de ovejas que han pasado el invierno en tierras bajas exentas de nieve y ricas en pastos. La montaña, ¡escuchad!, se llena de música. Es el sonido de los cencerros que cuelgan del pescuezo de ovejas, cabras, chotos, irascos, vacas, yeguas… La montaña tiene su propio hilo musical.
Se ha escrito mucho sobre los cencerros, y más que escribiremos si hay salud, pero detengámonos esta vez en su nombre, el nombre que les damos. Es difícil de creer que reciban tantísimos nombres: la cultura pastoril es así de rica. Exponemos en este escaparate etnográfico tan solo una pequeña parte de la infinidad de denominaciones recogidas en la Comunidad Foral de Navarra.
Se da la curiosa circunstancia de que las diferentes variedades de cencerros reciben en cada región de Navarra nombres que no son coincidentes. Sería muy complejo tratar de adjudicar a cada localidad los nombres que se usan para cada variedad, en función de su forma, uso y tamaño. Es, sin duda, el objeto con mayor riqueza de nombres en la etnografía vasco-pirenaica. En cualquier caso, la denominación genérica mayoritaria a lo largo y ancho de la geografía navarra es esquila, y también se han encontrado estas otras:
En castellano: barrumbo, calasca, calasco, cañón (v. Roncal, v. Salazar), carnalera (v. Roncal), carrancla, cencerro, cincha, cincherco, clasca (Senosiáin), clasco, cuartizo, chacla (v. Roncal), esquila (Izurdiaga, v. Ollo, v. Roncal, v. Salazar), faltruca, metal (v. Roncal), piquete (v. Roncal), puchero, racla (Oroz-Betelu), ralera, ralla, realera, redondo, tacla (Urraúl Bajo), truco (v. Roncal, v. Salazar), trunca, ulzamesa, zumba (Senosiáin)…
En euskera: arrana, barrunboa, dulunda, dunba, dunbela, fala, falandia, falea, farea, garea, ioraea, joalea, joarea, joraltea, juarea, kalaska, kalanka, karrankla, klaskoa, kuluka, laska, mandarrana, pulunpa, trunka, txakla (v. Roncal), txilintxa, txintxa, txintxarkoa, txintxarria, txintxerra, txintxerkoa, xintxerkoa (Ezcároz), zinbala, zintzarria, zinzarria…
En un intento de definir un poco mejor, o un poco más, algunos de esos nombres (dejamos los demás para otra ocasión), diremos que a las esquilas más pequeñas que se les pone a las corderas se les denomina piquetes en el valle de Roncal, raclas en Oroz-Betelu (Iriondo 1998) y taclas en Urraúl Bajo (Iriondo 1998)[1]. Y a las esquilas pequeñas, de sonido agudo, pero algo más grandes que los piquetes, se les llama chaclas, o txaklak, en el valle de Roncal.
Fernando Hualde – Etnógrafo – Labrit Patrimonio
[1] Denominaciones recogidas por José María Iriondo e incluidas ambas en la Enciclopedia General Ilustrada del País Vasco, Donostia: Auñamendi, 1998.