Apuntes de etnografía

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Ronda en la víspera de Santa Águeda en Galdakao (04/02/2011). (Foto: E. X. Dueñas)

Si bien se ha dado en llamar al Carnaval, en otros tiempos en este país, la fiesta reina del Invierno, en el ámbito del Catolicismo y dejando al margen el ciclo navideño, la celebración de Santa Águeda, con el preámbulo de la Candelaria y San Blas, han conformado lo que podríamos denominar una “trilogía festiva” de corte sagrado-lúdico.

Comencemos por la Candelaria (2 de febrero). De lo recogido a nuestros mayores, es decir siglo XX, se desprende que el acto más generalizado era el de bendecir las velas en la iglesia, las cuales se encendían, por ejemplo, en caso de tormenta: actuaban de elemento protector para los habitantes de la casa. La existencia de recitados que hacen alusión al día es más que evidente en la literatura popular. Un claro ejemplo de la entonación de Kandeleridxo es el acto que existe en Gernika-Lumo, donde ha pasado de ser algo casi privado y minoritario a público y masificado. En varios pueblos como Peralta, Milagro o Ribaforada encienden hogueras, prolongando el periodo del fuego que comienza allá por el mes de diciembre en Araba y Nafarroa.

Al día siguiente, San Blas. A las bendiciones de los cordones y cintas que se efectúan en las iglesias, se suman las de productos alimenticios (pan, rosquillas…) y animales domésticos. Indicar, como particularidades, la feria agrícola y ganadera de Abadiño, la elaboración casera de tortas u opilak (“sanblases”) en Eibar y otras poblaciones, así como la procesión llevada a cabo con la imagen del santo en andas, portando un gran rosco bendecido, en las fiestas patronales del antiguo Ayuntamiento de Páganos (incorporado a Laguardia desde 1926). Posteriormente, se reparte entre el vecindario comida y bebida, incluyendo un pan especial llamado “cachete”.

Portando tortas de San Blas (Eibar) y, en el centro-abajo, procesión con el santo (Páganos). (Fotos: E. X. Dueñas)

Si bien la festividad de Santa Águeda, marcada antaño por el toque de campanas en ermitas e iglesias, es el 5 de febrero, la celebración comienza el día anterior. De hecho, la cuestación, o Santa eskea, así denominada en algunas zonas, históricamente ha tenido y tiene, mucho más peso en la tarde-noche de la víspera: veneración a la santa, materializada en un acto, curiosamente, en origen masculino.

Los denominados, desde el siglo pasado “coros de Santa Águeda”, antaño simplemente postulantes, recorrían y recorren barrios y calles, entonando diferentes canciones compuestas de coplas y versos. A pesar de que, desde hace un siglo, aproximadamente, se haya extendido la que comienza por “Aintzaldu daigun Agate deuna” (letra de “Kirikiño”), la extensa variedad de letras y melodías, algunas con versos creados al instante, no hace sino reforzar su presencia en la actualidad. Caso aparte merece la celebración, el mismo día, de quintos y quintas en Altsasu y Urdiain, en la que se recogen tortas; finalizando con la ejecución de un masivo Zortzikoa.

Quizá la Candelaria esté relacionada con la “Parentalia” romana, pero lo que sí tenemos claro es que estos tres días son excusas de festejo; el peso del apartado económico, que en otro tiempo fue más religioso, no queda al margen de su desarrollo. Los cambios socioculturales continuos, incluidos el despoblamiento y el retroceso practicante de la religión, han conseguido, por un lado, el desvanecimiento de parte de los actos o su desaparición; pero, por otro, el resurgir de una forma tan irregular como sorprendente…

Quintos, quintas y ayudantes con las tortas a cuestas, en Altsasu (05/02/2000). (Foto: E. X. Dueñas)

Emilio Xabier Dueñas – Folclorista y etnógrafo

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