En tiempos pasados algunos caseríos poderosos (etxe fuerteak) dispusieron de criado (morroi) para ayudar en las labores agrícolas y ganaderas. También en las casas de la burguesía urbana fue común que una mujer o sirvienta realizara las labores domésticas. Podía haber más de una: cocinera, aña… Si la familia era de alta posición la empleada vestía de uniforme. Más infrecuente era que tuvieran chófer, al que llamaban mecánico, jardinero, etc.
En la comarca de Gernikaldea, generalmente procedían de la misma localidad, de alguna circunvecina o de la zona. En las casas de categoría media, por lo común, el personal del servicio se integraba en la familia y las relaciones entre dueño y criado o dueña y sirvienta eran buenas.
Los muchachos se reclutaban, antes de que cumplieran el servicio militar, en caseríos humildes que eran los más numerosos y los que disponían de más excedente de mano de obra. Algunos, tras la mili se reintegraban a la casa donde hubieran prestado sus servicios; otros se establecían por su cuenta o regresaban al hogar familiar.
Los informantes señalan que a algunos vástagos de las familias pobres se les ofrecían tres alternativas: emigrar a América, ingresar en el seminario o en una congregación religiosa con becas proporcionadas por gente rica o servir como criados.
A veces, estos provenían de la inclusa (kajakoak), en cuyo caso si en la familia donde iban a servir había varones traían una niña y si abundaban las muchachas incorporaban a un niño para las duras labores agrícolas.
El acuerdo verbal que se establecía consistía en darles comida (jan truke), alojamiento y algunas prendas a cambio de su trabajo. Un informante señala que aunque en la cocina colgaran sabrosos embutidos (ezkatz-buru ederra), la comida del criado era escasa, del tipo una sardina vieja con talo para el desayuno. Cuando se independizaban se les daba algo de dinero. Si se contrataba un nuevo criado, el anterior le instruía en las labores domésticas: cuidar el ganado (ganadua gobernau), ordeñar (eratsi)…
Las niñas que se ocupaban de atender a menores (ume jaboleak) de una casa vecina eran adolescentes hasta que cumplieran los 15 o 16 años. Como señala una informante: “erromerijjen hasi bakoak” (muchachas que todavía no se hubieran estrenado en acudir a romerías). Se les pagaba con la comida y algún dinero y por la noche regresaban a su casa natal.
Antaño las sirvientas euskaldunes gozaban de prestigio, se las conocía en algunos lugares como “vascongadas”. Hoy día mayoritariamente proceden de Sudamérica o de Rumanía y son contratadas para el cuidado de niños o de personas mayores.
Segundo Oar-Arteta
Etniker Bizkaia – Grupos Etniker Euskalerria