En el post anterior figuraron las dos primeras fases del bombardeo de Gernika: la primera oleada y el ametrallamiento posterior. Veremos a continuación las dos siguientes fases y sus consecuencias.
3. Cuarenta minutos después, tres escuadrones K/88 con un total de 21 bombarderos pesados Junkers Ju52 atacan desde el norte, sin ser detectados por los vigilantes hasta que fue demasiado tarde.
Las primeras bombas lanzadas fueron bombas rompedoras, que pesaban entre 50 y 250 kilogramos, dotadas con espoletas de retardo. Las bombas rompieron los techos, penetraron en los edificios y detonaron varios segundos después a ras de suelo, lo que, en el caso de las bombas de 250 kg, provocó el derrumbamiento de los edificios, dejando al descubierto la estructura de madera interna de las viviendas.
A continuación, las siguientes oleadas de bombarderos lanzaron bombas incendiarias de un kilogramo. Al entrar en contacto los componentes de estas bombas con otros metales, reaccionaban provocando un incendio incontrolable y temperaturas superiores a los 1500 grados. En consecuencia, se produjo un gran incendio en Gernika, que se podía ver a muchos kilómetros de distancia.
Tras recibir dos impactos directos con bombas de 250 kilogramos, el refugio de la calle Andra Mari se derrumbó, matando a la mayoría de las 450 o 500 personas que allí se encontraban y enterrando vivas al resto, que luego murieron asfixiadas o carbonizadas. Numerosos testigos han hecho referencia a los gritos que se escucharon durante horas, mientras el fuego avanzaba en dirección al refugio.
4. Finalmente, los sobrevivientes que intentaban escapar del centro urbano fueron ametrallados por cazas y aviones de ataque a tierra durante casi dos horas más. Estos aviones volaron en “cadenas” de tres aviones que atacaban en picado, descendiendo a pocos metros del suelo. Tal como relataron algunos testigos, el efecto de los ametrallamientos aéreos sobre los cuerpos era devastador.
En total se lanzaron entre 31 y 41 toneladas de explosivo, la mayor parte bombas incendiarias que hicieron que el centro urbano fuera completamente arrasado. El incendio provocado no pudo ser extinguido en varios días. El resultado: 85,22% de los edificios destruidos y el 99% de la villa afectada. El puente de Renteria y las fábricas de armamento “objetivos estratégicos” no fueron bombardeados. Por lo que se refiere al número de víctimas, el Gobierno de Euskadi registró 1654 víctimas mortales. El alcalde, José Labauria y otros testigos presenciales además de reporteros internacionales manifestaron que más de mil personas habían perdido la vida como consecuencia del bombardeo. La mayor parte nunca pudieron ser registradas ya que las autoridades del Gobierno Vasco no tuvieron tiempo material de retirar las ruinas en las que muchas de las víctimas quedaron atrapadas.
Actualmente continúan las investigaciones relativas a la cuantificación e identificación de las víctimas. El hecho de que más de 60 000 m3 de escombro no fueran retirados hasta finales de 1941, de que el régimen franquista se afanara en eliminar los registros elaborados por las autoridades vascas y más tarde la posible destrucción u ocultación de documentos dificultan las posibilidades de conocer este dato que tanta controversia ha suscitado y sigue suscitando.
Al día siguiente del bombardeo los mandos de los tres regímenes de la coalición rebelde, español, alemán e italiano, solicitaron la rendición del Gobierno de Euskadi y de las tropas vascas. Y amenazaron con bombardear Bilbao de manera similar.
Ante el impacto internacional que tuvo el bombardeo ocupando las primeras páginas y artículos de los principales periódicos en Europa y América, los mandos franquistas y alemanes negaron que Gernika hubiera sido bombardeada. Destacan el periodista George L. Steer y el sacerdote Alberto de Onaindia, testigo presencial, entre los primeros en dar a conocer la noticia al mundo. Al mismo tiempo, miembros de la Legión Cóndor examinaron in situ las ruinas de Gernika estudiando los efectos del bombardeo, eliminaron las pruebas y obtuvieron fotografías en el más absoluto secreto y con la imposición de negar la verdad de lo que había ocurrido. El gobierno español sostuvo que los propios vascos la habían quemado hasta la muerte de Franco en 1975.
Gernika fue un ensayo para la Luftwaffe. Así lo dio a entender Richthofen en su diario al considerar el ataque a la villa como un “éxito técnico”.
Ana Teresa Núñez Monasterio
Fundación Museo de la paz de Gernika