Apuntes de etnografía

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El vino, indispensable en los almuerzos de las romerías. San Martín de Unx, c. 1960.

El vino ha tenido asimismo importantes aplicaciones tanto en la medicina popular como en la alimentación.

En la terapéutica diaria de aquella sociedad navarra tan alejada de los fármacos, el vino y sus derivados eran ayuda para combatir muchos males. Con paños empapados en vinagre y con sal se trataban las torceduras en Améscoa, se untaban las picaduras de insectos en San Martín de Unx, con friegas de vinagre se atacaba la tiña en Izurdiaga y los sabañones en Larraga, y en otros lugares hasta las mordeduras de perro rabioso, pues se consideraba el vinagre como un eficaz desinfectante de las heridas. Otro de los usos habituales era emplear compresas de vinagre para disminuir la fuerza de las calenturas.

Se utilizaba el vino para activar la transpiración en los casos de catarro y, cocido con romero, era un bebedizo eficaz contra la tos seca. De igual modo el coñac. Se cuenta que un curandero montañés cortaba el catarro con una botella de coñac y una gran boina: tumbaba al enfermo vestido sobre la cama y le metía ambos pies dentro de la boina, haciéndole beber coñac hasta que llegaba a ver dos boinas en los pies, visión que evidenciaba la curación. Participaba también en la composición de pomadas para “sacar pinchas”, curar quemaduras y panadizos. Las friegas de vino cocido mezclado con romero, aguardiente y alcohol alcanforado consolaban de las molestias del reumatismo y de las inflamaciones. En algún sitio, además, a la mezcla le añadían aguarrás y ortigas. “Para quitar el azúcar de la sangre” recomendaban en Bera poner dos ramilletes de perejil en un vaso de vino blanco, mantenerlo “al sereno” y al día siguiente tomarlo en ayunas. Galletas y vino combatían la hidropesía.

Se ha tenido en cuenta además el peligro del vino. En San Martín de Unx se reprendía a los niños si se mordían las uñas de las manos, pues, de mayor, “uno del pueblo que se las comía y bebió vino se volvió loco”.

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El vino facilita la convivencia. San Martín de Unx, c. 1960.

¡Y qué decir del empleo del vino en la gastronomía recibida de nuestras abuelas! No puede concebirse un estofado de palomas ni de jabalí, ni un cochifrito de cordero al chilindrón, ni las sopas de cocido, ni unas buenas salchichas a la sartén, sin una generosa chorrotada de vino, aunque no sea el único ingrediente, pero sí principal. En el Pirineo navarro el caldo de cocido mezclado con vino tinto, tomado como aperitivo en días festivos, tras la misa mayor, era un poderoso estimulante al que llamaban fransaina.

También el vinagre tenía aplicaciones culinarias, ya no solo como aliño de ensaladas de lechuga, cardo o espárragos, incluso de bacalao, ni como limpiador de los menudos del cerdo, sino como importante ingrediente del adobo con que se curaban brazuelos y lomos del cuto (cerdo).

Todo lo anterior refleja la presencia e importancia que el vino ha tenido en nuestra sociedad.

Francisco Javier Zubiaur – Etniker Navarra – Grupos Etniker Euskalerria

Para más información pueden consultarse los tomos dedicados a Medicina Popular y La Alimentación Doméstica del Atlas Etnográfico de Vasconia.

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