Hace un tiempo, el Museo Euskal Herria de Gernika presentó la exposición “Emakumea eta Euskal Pilota. Mujer y Pelota Vasca” que ha recorrido diferentes localidades de Bizkaia. Supuso un interesante trabajo de investigación y con ella se ha pretendido repensar la figura de la mujer en la pelota vasca, reconstruyendo la olvidada presencia de las raquetistas en las canchas mundiales a lo largo del siglo XX y, a la vez, ofrecer un merecido reconocimiento a su labor.
El juego de la pelota se ha practicado a nivel mundial en las más variadas modalidades, siendo en Euskal Herria donde ha adquirido una mayor notoriedad. Desde sus orígenes, este deporte ha estado ligado al hombre, sin embargo las mujeres también han participado del mismo desde épocas remotas con diferentes funciones, y fue la raqueta la modalidad en la que se especializaron y con la que consiguieron sus mayores logros.
El juego de la raqueta estuvo vigente durante más de sesenta años (1917–1980) en España y América. En sus orígenes se introdujeron importantes innovaciones en las canchas y en las herramientas del juego. Las pelotas de tenis fueron sustituidas por otras de cuero, más pequeñas que las habituales de mano, con un peso aproximado entre 50 y 70 g. Este cambio obligó a utilizar unas raquetas más robustas y largas que las de tenis y con el aro más estrecho. También se produjeron cambios en la vestimenta, marcados por la largura de las faldas, que en los decenios de 1920 y 1930 llegaban hasta la pantorrilla. En los años 1940 el general Moscardó ordenó alargarlas de nuevo hasta el tobillo, lo que dificultaba la práctica deportiva, pero vuelven a la rodilla en los años 1950 y, a partir de este momento, se irán acortando gradualmente para desarrollar un juego más rápido y dinámico.
El éxito de la raqueta se debió a los magníficos cuadros de pelotaris que los gerentes de los frontones consiguieron reunir para este fin. La mayor parte de estas jóvenes eran reclutadas en las localidades vascas con mayor tradición en el juego de la pelota, sin embargo fue una modalidad con escasa práctica en los frontones vascos. Muchas fueron las figuras que destacaron y muchas, también, las que merecen ser recordadas: Eugenia Iriondo «Eibarresa»; Carmen Sánchez «La Bolche»; M.ª Antonia Uzcundu «Txikita de Anoeta»; Agustina Otaola; Eladia Altuna «Irura»; M.ª Luisa Alberdi; M.ª Carmen Lasagabaster «Amaia»; Gloria Agirre «Txikita de Aizarna»; Lucía Areitoaurtenea; las hermanas Beraza (Julita, Mari y Milagros); Conchita Bustindui; Olga Cazalis; M.ª Luisa Senar; Rosa Soroa; Miren Uzkundun «Asteasu»; Justina Arenaza «Vasquita I» y su hermana María «Vasquita II». Aunque fueron las raquetistas vascas las mejores y mayores en número, con ellas compartieron cancha otras raquetistas procedentes de Valencia, Logroño, Madrid, Barcelona o México.
Gran parte de los frontones que se abrieron en los primeros años del siglo XX fueron diseñados o adaptados para el juego de la raqueta con una cancha cuya longitud rondaba los 30 m, permitiendo el desarrollo de un juego más rápido y espectacular. El primer frontón para raquetistas se inauguró en Madrid en 1917, en la calle Cedaceros. Esta fue la ciudad con mayor afición por la raqueta y donde más frontones se inauguraron, seguida de Barcelona. En Euskal Herria los dos únicos frontones en los que se jugó a raqueta fueron el Euzkel-Jai en Bilbao y el frontón Gros en Donostia. En América el juego de la raqueta tuvo un desbordante éxito con multitud de seguidores en frontones como el Habana-Madrid de Cuba o el Metropolitano de México.
El juego de la raqueta también generó una importante cultura en torno a su práctica. La popularidad y destreza de las raquetistas fue reflejada en la prensa del momento, la literatura, el cine o la televisión: novelas como Chiquita de Bilbao de Luis Antonio de Vega Rubio, películas de cine negro como Apartado de correos 1001 dirigida por Julio Salvador en 1950 o el documental El ocaso de las raquetistas que la periodista Carmen Sarmiento realizó en 1978.
El 17 de julio de 1980 se jugó el último partido de raqueta en el frontón Madrid. A partir de este momento esta modalidad y sus protagonistas, las raquetistas, fueron desapareciendo hasta, prácticamente, caer en el olvido.
Arantxa Pereda – Comisaria de la exposición