Apuntes de etnografía

0

Autor: Zuriñe Goitia

Una de las funciones vitales más importantes de las personas es la respiración, que realizamos de forma inconsciente e involuntaria, sin que tengamos que pensar en ella. Pero a veces, nuestra respiración se altera, porque el músculo que está en la base de los pulmones, el diafragma, se contrae de forma repentina y repetitiva, provocando el cierre de las cuerdas vocales y generando un sonido característico: “hip”, dando lugar al hipo. Es un acto reflejo que generalmente tiene una duración limitada, desaparece por sí solo y no reviste ninguna gravedad. Aunque puede aparecer sin causas evidentes, el hipo pasajero (zotin, txopin, txokin, kika, ipotz, txokoleta), se relaciona con el comer deprisa o abundantemente, consumir bebidas alcohólicas o gaseosas, o vivir una emoción repentina.

La aparición del hipo incomoda a la persona que lo sufre, provocando, muchas veces, la sonrisa en quienes le acompañan. Pero, al poco, todos se esfuerzan por eliminarlo, con muy diferentes métodos. Uno muy común ha sido, tradicionalmente, dar un susto al hiposo, por ejemplo, acusándole de haber robado algo y preguntándole, en tono jocoso ¿qué has robado? En Donibane-Garazi, cuando un niño tenía hipo se le recriminaba: Aphezaren moltsa ebatsi duk (has robado la bolsa del sacerdote). El susto podía ser, también, mediante un sonido no esperado o echándole agua fría, de repente, a la nuca por sorpresa. A los bebés se les tiraba en alto para así, con el consiguiente susto de la criatura, hacer desaparecer su hipo.

Otros remedios se basaban en beber agua (zurrutekoak) de determinada manera, por ejemplo, según se recogió en los años veinte del siglo pasado, ingiriéndola siete veces sin tomar aliento o mientras se rezaba un padrenuestro. En algunos sitios, eso mismo se debía hacer apretando la nariz o tapando las orejas. Algunas formas peculiares de beber agua para hacer desaparecer el hipo eran hacerlo sin inclinar el vaso que la contiene, coger éste por el borde más alejado de la boca o apoyarlo en una superficie y sorber el agua sin tocarlo con las manos.

Otro método comúnmente empleado era el de contener la respiración el mayor tiempo posible, aspirando primero bien fuerte. Azkue recogió en Bizkaia que a quien padecía hipo se le hacía contar, en un aliento, hasta el mayor número posible.

Las soluciones variaban en cada localidad o zona; en algunos lugares se actuaba sobre alguna parte del cuerpo de quien tenía hipo, como en Abadiano y Elgoibar, donde se apretaba, con la mano derecha, la arteria de la muñeca izquierda; en Hondarribia, donde el remedio consistía en darse tres golpecitos en la frente con el puño antes de hipar tres veces o en Telleriarte (Legazpia), donde se ataba fuertemente la articulación de la última falange del dedo anular.

En nuestro entorno, según se constató en las encuestas llevadas a cabo en las primeras décadas del siglo XX, también han existido remedios de carácter más supersticioso. El más extendido consistía en dar la vuelta a una prenda o a un objeto. Para que alguien se curara del hipo bastaba con poner la boina, la gorra o el sombrero del revés, es decir la parte interior hacia fuera. Para quienes no contaban con nada en la cabeza servía lo mismo el dar la vuelta a alguna prenda que llevaran puesta, al borde de la manga, al puño de la camisa o al delantal. En Berástegi y Hondarribia se besaba una piedra y se colocaba en el suelo, con la parte besada tocando la tierra. En Aezkoa, en cambio, había que mover de un lado a otro cualquier cosa tres veces antes de hipar de nuevo, recitando en cada una de las tres ocasiones la siguiente formula:

Jesus, Ama Birjina,

ongi etorri txopina,

bart etorri bazina,

ongi afaldurik fain zina.

(Jesús, Virgen María, bienvenido seas hipo, si hubieras venido anoche, hubieras ido bien cenado).

La lista de remedios caseros ante la aparición del hipo es muy extensa, y, aunque no existe evidencia científica sobre su eficacia, quienes los emplean o los aconsejan lo hacen porque les suele funcionar. También nosotros, si notamos la molestia del hipo, intentaremos combatirlo con alguna acción que nos haya funcionado anteriormente, o nos merezca la confianza de quien nos la propone.

 

Zuriñe Goitia – Antropóloga

Comentarios ( 0 )

    Deja un comentario

    Your email address will not be published. Required fields are marked *

    Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

    ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~