Apuntes de etnografía

Los mamuxarro de Unanu (Navarra). Autor: Josu Larrinaga Zugadi.

Las mascaradas de invierno son una serie de celebraciones de carácter festivo-ritual existentes en buena parte de Europa occidental y que suelen organizarse desde navidades o primeros de año hasta el final del tiempo de Carnaval. En ellas suele conjugarse la territorialidad comunitaria o la cohesión social, la buena vecindad o la comensalidad, oscuros rituales (fertilidad o renacer de la Naturaleza), cierta expectativa dual ante la presencia de los enmascarados y casi siempre está detrás la juventud organizada de modo secreto o anónimo. Se constituyen en abigarradas o sencillas comparsas caracterizadas por la música o el estruendo sonoro, la danza y la teatralización. En las mismas, se pueden observar máscaras ruidosas, intimidatorias o fustigadoras, bestias salvajes, figuras grotescas, personajes críticos escenificando la cotidianidad de la vida colectiva, ceniceros y/o barredores del itinerante recorrido.

Máscaras de Sibiu (Rumania). Autor: Josu Larrinaga Zugadi.

Sin seguir un patrón común y a modo de ejemplo, en Rumania están las comparsas de la cabra y el oso, en Bulgaria tenemos los impactantes y atronadores kukeris que se acompañan de grandes cencerros y arropan escenas de matrimonio, salvaje embarazo y parto del mismo. En el francófono cantón de Valais (Suiza), se funden con la nieve invernal las inquietantes o monstruosas figuras de los tschäggättä que armados y haciendo sonar atronadores cencerros persiguen a los infantes, o se visualiza el dificultoso andar de gordos enmascarados embutidos en amplios sacos de arpillera (los empaillés de Evolène). Por el contrario, en los Alpes italianos destacan las narigudas caretas ladinas con sus sátiras o gritos guturales. La danza, música, dualidad de cortejos y teatralizada trama son los signos identitarios de las mascaradas desarrolladas en Euskal Herria (Zuberoa, Lapurdi, Lanz, Zalduendo, etc.).

Por su parte, en toda la Península Ibérica se prodigan las mascaradas de todo tipo y composición. Así en Cantabria, encontramos la Vijanera de Silió y su gran variedad de personajes (sonoros zamarracos, saltarines galáns y descaradas madamas, la Pepona, osos, etc.). Los sidros o guirrios saltando a diestro y siniestro con sus palos, complementados por la ácida teatralidad de los comedies son fundamentales en el Antroxu de Asturias y en el Antruejo leonés o zamorano. El Entroido de Galicia, del triángulo orensano de Laza, Verín y Xinzo de Limia, se caracteriza por las máscaras ruidosas y fustigadoras de peliqueiros, cigarróns y pantallas. El norte de Portugal nos abre otro amplio abanico de máscaras ruidosas, similares y singulares formas del Entruido.

Con el transcurrir festivo del final o principio de año, Carnavales y curiosamente, en ocasiones asociadas a puntuales celebraciones cristianas (Navidades, Reyes, San Esteban, San Antón, San Sebastián, San Vicente, La Candelaria, etc.) se desgranan estas vistosas y coloristas mascaradas que poseen un interesante trasfondo que a día de hoy, todavía se nos antoja enigmático y poco transparente pese a sus procesos evolutivos o regenerativos, sus manifiestas regularidades y la anual renovación en su realización. Invernales mascaradas que necesitan de un análisis multidisciplinar (historia, psicología, sociología, antropología…) en aras de poder conocer o intuir los secretos que aún plantean estas celebraciones de invierno.

Mascarada de Altzai (Zuberoa). Archivo del autor.

 

Josu Larrinaga Zugadi – Sociólogo

 

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