La landa (larrea) es el marco natural de los terrenos comunales (herriko lurrak), donde históricamente estaba establecido el libre acceso, y donde se hallaban los rediles para los animales (borda-barrukiak) y se llevaban a cabo las roturaciones (labakiak o luberriak) y la quema de la tierra (lur-erretzea) para su mantenimiento.
La landa es creación humana, consecuencia de la destrucción prolongada del bosque primario por el pastoreo y por el fuego. Solamente desde la perspectiva de la flora se distinguen varios tipos de landa, según domine el brezo y sus especies, el helecho o la aulaga espinosa y sus variedades. El pastoreo permanente se extiende por bosques —tal es el caso en la comarca de Sara—, en los que pottokas y ovejas pastan libremente. En otro tiempo, junto a prados y landas, se cultivaban cereales para consumo tanto humano como animal (trigo, principalmente avena…).
Tanto en el bosque como en la landa se practicaba la roza de la tierra. Era un recurso indispensable que consistía en la extracción del mantillo vegetal (samatsa), con el que se hacían las camas del ganado y que mezclado con estiércol de la cuadra servía de abono (ungaria) donde crecían con vigor los tallos del maíz. A partir de los siglos XVI y XVII se construirían establos asociados a las casas (etxeak) para la estabulación del ganado en las landas. Cada caserío (etxaldea) tenía asimismo su parcela acotada de helechos, que segaban y apilaban en almiares (iratze-metak) o bajaban en carretas. Los agricultores sabían elaborar con la cobertura vegetal del suelo un buen abono, fino y de calidad, que la tierra absorbía bien. El excremento de ganado ovino (arkina) se recogía y utilizaba preferentemente en el huerto.
La landa está condicionada por la historia de los comunales. En el siglo XVII los intendentes alegaron que dichas tierras pertenecían al monarca. Nada más lejos de la verdad. El pueblo vasco ha sido desde siempre dueño de su tierra y de su libre disfrute. A fin de acabar con el acoso de la administración, los labortanos volvieron a adquirir sus tierras, por las que el 16 de agosto de 1641 pagaron 8400 de las antiguas libras.
Las comunidades repartieron el territorio entre las casas conforme a un baremo en función de su importancia. De este modo cada familia tendría su helechal (iraztokia), del que obtenía helechos, y también tuya joven, que se utilizaba para preparar una mezcla a base de aulaga tierna conocida como jokia con la que se alimentaba el ganado mayor. El resto, sobre todo landas y bosques (sin excepción), se lo quedaron las comunidades como remanente de tesorería.
Con la intensificación de la productividad, se ha impuesto el monocultivo: prados y maizales conforman el paisaje actual. El pastizal ocupa gran parte de las laderas en perjuicio de la landa e incluso del bosque. Las explotaciones ganaderas son cada vez mayores, se produce carne y leche de manera intensiva y las heredades de los caseríos llegan a las 40 hectáreas. La agricultura de montaña ha cambiado por completo y el proceso de transformación de las landas da cuenta de ello.
Michel Duvert – Etniker Iparralde – Grupos Etniker Euskalerria
Como descendiente de dicha comarca me es muy grato conocer usos y costumbres de mis ancestros, ya que en la diáspora hay detalles que se desconocen y es muy interesante saber de ellos.
De buen agrado recibiré cualquier otra informacion al respecto.
Gracias,
Juan Oscar Cabezas Dithurbide
Agradecemos mucho su comentario. Es una de las cosas que nos mueve a seguir trabajando y a dar a conocer pequeños apuntes sobre los usos y modos de vida en nuestro país. Publicamos un artículo semanal, todos los viernes, y lo animamos a que se suscriba a nuestro blog.
Gracias de nuevo.
Un saludo cordial.