El estudio de las terminologías de parentesco ha sido un tema clásico de la antropología. Autores como Morgan han interpretado algunas de ellas como residuos lingüísticos de sistemas de parentesco anteriores.
Vinson, Aranzadi y Caro Baroja llamaron la atención sobre las peculiaridades de los nombres de parentesco en el caso vasco, especialmente sobre la diferenciación que presenta según sea el género de ego y el de sus hermanos y hermanas, planteando que la función de esta diferenciación podría ser la de marcar el parentesco con mujeres a través del sufijo –ba.
Así, en euskera, al ‘hermano de hermano’ se le dice anaia, que carece de dicho sufijo; neba al ‘hermano de hermana’; arreba a la ‘hermana de hermano’; y la forma unificada que designa a la ‘hermana de hermana’ es ahizpa, donde –pa es una derivación de –ba. Además, ‘hijo’ se dice seme, y alaba significa ‘hija’.
Planteaban la hipótesis de que esta situación podría haber sido causada por el choque entre el derecho romano paterno y el materno de más antigua raigambre en nuestro país. Aparece el sufijo –ba al tratar de fijar vínculos de consanguinidad entre mujeres o mujeres y hombres, pero no para denominar relaciones entre parientes masculinos, pudiéndose suponer que los nombres que no incluyen el sufijo se formaron posteriormente, cuando tanto la rama materna como la paterna definían el parentesco.
La antropología del parentesco ha señalado que este interés por realzar el vínculo por vía femenina es común a las sociedades matrilineales, también llamadas matrilinajes. Se trata de grupos sociales en los que la transmisión de la herencia y los derechos de linaje se dan a través de las mujeres, de tal forma que se caracterizan por la matrilocalidad o residencia con la parte materna y por el lugar de privilegio que ostenta el tío materno o avunculado en el sistema de parentesco y la crianza de los hijos de sus hermanas.
En euskera el hermano de la madre se denomina osaba, voz también marcada con el sufijo –ba, y lo mismo sucede con izeba, que es el nombre que reciben las hermanas de la madre. Con esta cuestión del avunculado parece estar relacionada también la confusión nominal que se observa a menudo entre asaba ‘abuelo’, osaba ‘tío’, loba ‘sobrino/a’ e iloba ‘nieto/a’.
Según lo expuesto, la desinencia –ba distinguiría aquellos términos que designan relaciones de parentesco con acuerdo a un sistema propio de una sociedad matrilineal.
Daniel Rementeria – Lorra Kultur Elkartea