Este invierno, que está resultando tan lluvioso en nuestro país, he recordado una leyenda recogida en una extensa encuesta realizada en el año 1997 a los pastores de las localidades que bordean el monte Oiz. Es sabido que para los pastos, e igualmente para la tierra, ni los excesos de lluvia ni los de sol son convenientes.
Si la lluvia es persistente se origina un problema ya que a las ovejas no se las puede tener estabuladas largo tiempo porque se ponen nerviosas y además darles de comer seco es costoso.
El pastor Crispín Arregi, natural del caserío Betzuen del barrio Bernagoitia (Amorebieta-Etxano), pero afincado desde su matrimonio con Justa Oregi en el caserío Arria de Garai, contaba que se decía que en cierta ocasión en que marzo había sido excesivamente lluvioso un pastor maldijo a dicho mes en estos términos: “Marti kakatsu juen dok!” (¡Por fin ya pasó el fastidioso marzo!).
Pero, claro está, llegó marzo del año siguiente y este mes en venganza por la maldición que le había lanzado le castigó matándole los carneros y cuatro ovejas.
A otro pastor que por lo visto le espetó al mes de marzo con mayor dureza, porque tenía razones para estar más quejoso, le malogró todo el rebaño salvo el carnero.
Francisco Etxeberria, un colaborador en las labores etnográficas de José Miguel de Barandiaran, recogió a comienzos del siglo XX en la localidad gipuzkoana de Andoain un relato semejante. Contaban que dijo un pastor: “A, martxo, martxo! Jun zera txartxo, baño halare nere ardi txarrenak aixa egiten dio errekari salto” (¡Ay, marzo, marzo! Te has portado mal, pero aun así, la peor de mis ovejas puede cruzar el río fácilmente de un salto). Entonces marzo les robó días a febrero y a abril, y al final se le ahogó todo el rebaño. Por eso —decían— febrero tiene menos días que los demás meses.
Segundo Oar-Arteta – Etniker Bizkaia – Grupos Etniker Euskalerria
Para más información puede consultarse el tomo dedicado a la Ganadería y Pastoreo del Atlas Etnográfico de Vasconia.