La amenaza de la avispa velutina y, sobre todo, el abuso de los pesticidas y sus efectos han logrado que algunas personas se conciencien del peligro que corren las abejas y las consecuencias que acarrearía su extinción.
El presente apunte trata, no obstante, de una antigua costumbre, desvanecida entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, según la cual había que comunicar a las abejas la muerte del dueño o dueña de la casa. Evidentemente estamos hablando de un tiempo en que los caseríos, mayoritariamente, disponían de colmenares.
Los animales domésticos formaban parte del grupo familiar, del mismo modo que los miembros vivos y difuntos de una casa constituían una única comunidad.
Fue costumbre muy extendida en todos los territorios de Euskal Herria, constatada también a lo largo y ancho de Europa, que al morir el dueño o la dueña de la casa se les informara a las abejas. Dos razones fundamentales impelían a ello: anunciarles quién sería en adelante el nuevo dueño o dueña, e impulsarles a que fabricaran más cera con la que alumbrar la sepultura familiar en la iglesia.
Existían fórmulas rituales para efectuar la notificación, y de no hacerlo, la creencia era que la colmena moriría. Transcribimos una de tantas tal y como Azkue la recogió: Nagusia hil da ‘Ha muerto el amo’ o Etxekoandrea hil da ‘Ha muerto el ama’. Y de entre las muchas coplas dedicadas a las abejas hicieran más cera adjuntamos esta recogida por Serapio Mugica en Navarra:
Erletxuak, erletxuak,
egizute argizaria,
nagusia hil da-ta,
behar da elizan argia.
(Abejitas, abejitas, / elaborad cera, / que el amo ha muerto, / y en la iglesia hace falta luz.)
La fórmula ritual podía ir acompañada de unos golpecitos propinados a la colmena. Ha sido asimismo común colocar una prenda negra sobre ella en señal de luto. En la localidad vizcaina de Ziortza este último acto se conocía como lutoa jantzi ‘vestirlas de luto’.
Aunque principalmente el aviso se dirigía a las abejas, en algunos lugares la comunicación de la muerte se hacía a todos los animales domésticos, especialmente a los estabulados. Si estaban tumbados se les apremiaba a levantarse antes de comunicarles la noticia, incluso había quienes les despojaban de los cencerros. En alguna localidad bajonavarra se ha consignado que cuando el heredero visitaba por primera vez el establo después de producida la muerte, acariciaba el lomo de las vacas y les decía: Orain ni nagusi ‘Ahora soy yo el dueño’.
Segundo Oar-Arteta – Etniker Bizkaia – Grupos Etniker Euskalerria
Para más información puede consultarse el tomo dedicado a Ritos Funerarios del Atlas Etnográfico de Vasconia.