El Pirineo ha encontrado sus fuentes de riqueza en el ganado y, en segundo lugar, en su arbolado, o sea, la madera. En la zona occidental de esta cordillera cabe destacar las selvas del Quinto Real, el Irati y Belagoa-Belabarze donde las hayas pueden llegar a alcanzar alturas considerables. No es de extrañar, por lo tanto, que su madera y su comercialización fuera una explotación floreciente hasta tiempos muy recientes. Esa riqueza forestal propició la aparición de un oficio entre las gentes de la Montaña: el almadiero. En Navarra se denominaba almadía a la balsa compuesta por troncos de madera destinada a su conducción por los ríos. Su trayecto se desarrollaba desde los señalados bosques pirenaicos hasta diferentes enclaves incluso de Cataluña donde se hallaban los astilleros cercanos más importantes. Hay que tener en cuenta que los antiguos caminos reales hacían difícil el acceso de carros y galeras hasta los bosques de la alta montaña. Es por ello, que resultaba mucho más rápido y fácil el transporte de los troncos por el cauce fluvial. Así, autores como Balcells nos señalan que las primeras referencias documentales del tránsito almadiero por los ríos navarros datan del siglo XIV. En los primeros tiempos iban comandadas por nabateros aragoneses y no fue hasta mediados del siglo XVII cuando se empezaron a explotar los montes pirenaicos por sus propios vecinos ya como almadieros.
La conducción de estas plataformas flotantes era más propicia en la primavera, con el río crecido. Esperando ese momento, los troncos se acumulaban en las orillas hasta la organización de su transporte, denominado almadiar. Por lo general, la fecha límite de navegación solía ser el mes de noviembre tanto por la peligrosidad de sus aguas como por el frío invernal que comenzaba a apoderarse del paisaje montañoso. Así pues, ya desde finales de marzo, cuando las crecidas eran constantes y las aguas bajaban mayencas (altas) pero ya habían pasado las primeras aguas de madre del deshielo, estas balsas comenzaban a surcar los ríos navarros del Eska (desde Roncal), del Salazar y del Irati (desde la selva de su mismo nombre) en dirección a Sangüesa. Las hayas, robles y pinabetes (Abies alba) se encaminaban en dirección a Tortosa y estos largos viajes, a pesar de la red de fondas y abastecimientos que existían, no dejaban de ser peligrosos desde su comienzo.
El tráfico almadiero cesó de forma definitiva ante las obras sucesivas que se dieron en diferentes modalidades de aprovechamientos hidráulicos del Pirineo. Ordenaciones estas que fueron de tipo energético o de regulación de cauces y regadíos mediante embalses y canales cerrados. En el caso del tráfico fluvial, o almadiar, de Navarra, podemos asegurar que se extinguió con la construcción del embalse de Yesa a mediados del siglo XX.
En la actualidad este oficio maderero ha quedado aún presente en la memoria de muchos de esos valles pirenaicos. Algunos de ellos han creado museos o espacios expositivos con el transporte de la madera por el río como eje central. Un ejemplo cercano lo tenemos en Burgui (Valle de Roncal) donde se ubica el Museo de la Almadía y anualmente se celebra el Día de la Almadia–ren Eguna. Tal celebración neofolklórica se ubica alrededor del mes de abril o mayo (la fecha no es fija) y ha sido declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional desde 2005. En ella se muestra una exhibición de descenso del río Eska en almadía a su paso por la propia localidad. Actos parecidos son organizados también en otros enclaves de la cordillera y están protagonizados por nabateros de los altos valles aragoneses.
Pablo M. Orduna – Etniker Navarra – Grupos Etniker Euskalerria
Para más información pueden consultarse:
Pablo M. Orduna. “Pastores y almadieros a orillas del Irati” in AA. VV., El Puente de Aoiz (Aoiz-Agoitz). Madrid, 2011, PSP, pp. 85-128.
Juan Cruz Labeaga. Almadías en Navarra. Merindad de Sangüesa. 1992.