Como flashes del pasado que vienen a la memoria, recuerdo cómo de camino a los estudios, cuando pasaba por delante del edificio donde vivía una “sardinera”, ella, asomada a la ventana de su vivienda, me solía advertir, “a grito pelao” del parecido que tenía con mi abuelo (materno); no tanto por el bigote como por la estatura.
Se trataba de Rosario Santín, conocida popularmente como “la bella Charo” o “la gitana”. Fue una de las últimas vendedoras de pescado de Santurtzi y, según algunas fuentes orales (posiblemente con escaso crédito), sirvió de modelo o tal vez musa -rivalizando con Aurora Pérez- para que el artista Joaquín Lucarini realizara la escultura que, en homenaje a la sardinera (inaugurada el 8 de septiembre de 1964), se encuentra situada en el paseo al que da nombre.
La sardinera (también he leído el término “sardinero” para el pescador) y/o vendedora de pescado no era una exclusividad de Santurtzi. Puertos cercanos a este Concejo, como los de Algorta (Getxo), Zierbena o Portugalete, o algo más alejados como los de Santander, Bermeo, Donostia o Donibane Lohitzune, entre otros, han contado con esta figura.
Pero, ¿sabemos el origen de este oficio? Los datos más antiguos y con consistencia que hemos hallado son los textos de “Argos” (S. Goicoechea) y E. Arriaga, ambos de finales del XIX y comienzos del XX. Estos conocidos autores nos informan acerca de unas sacrificadas mujeres del entonces Santurce que, después de haber adquirido la pesca sacada a subasta se dirigían a Bilbao. Transportaban sobre sus cabezas, unas ovaladas y cóncavas cestas con varias docenas del suculento pescado azul. Muchas veces descalzas, ofertaban su producto, no sin regateo de por medio, a voz en grito de “¡sardina fresca!”.
Con la entrada en funcionamiento del tranvía de tracción animal de Las Arenas (Getxo) a Bilbao (1876) y, posteriormente, en 1888, con el ferrocarril que partía de Portugalete a la capital, fue dejándose de realizar, de forma progresiva, el trayecto a pie. Eso sí, dejando en la memoria colectiva varias estrofas que, mediado el siglo XX, darían pie a la canción “Desde Santurce a Bilbao”.
El paso del tiempo fue transformando el entorno y la dedicación se llegó a solapar con, entre otros trabajos, el de redera, o el de carga y descarga en el puerto franco. La ancha cesta (“gamella”, según ciertos testimonios) cedió el testigo al balde o el carro. Se llegaron a montar concursos en la capital vizcaína para premiar a quien pregonase mejor y, finalmente, participaron en la procesión terrestre y marítima de la Virgen del Carmen que, cada 16 de julio, se celebra en Santurtzi.
Desaparecido el oficio, nos queda la canción y descendientes de aquellas sardineras defendiendo con orgullo el legado. Además, en el Centro de Interpretación de la mar (Santurtzi Itsasoa), situado en los bajos de la Cofradía, mediante una muestra de artilugios y testimonios se pueden observar esta y otras labores locales referentes a la pesca que, podemos confirmar, hoy, son patrimonio del pasado; referente vivencial de la memoria.
Emilio Xabier Dueñas
Folclorista y etnógrafo