Entre finales de junio y principios de julio aparecen figuras blancas en los montes vascos. Es el castaño, que cuando florece se viste de blanco. Debido a la importancia que ha tenido en la cultura vasca, esta es una época muy significativa. No hay más que preguntar a las personas que trabajan en las colmenas. Muestra de ello es el testimonio de Ignacio Abella recogido en la zona gallega, según el cual la floración del castaño indica el momento para que los carneros cubran a las ovejas. Es el último florecimiento antes del calor intenso del verano, y es por ello que, determina la fecha propicia para múltiples labores del mundo rural.
Hoy en día, fuera del mundo académico, se relacionan inconscientemente la cultura y las distintas expresiones folclóricas (música, danza, indumentaria, gastronomía, etc.). En nuestro caso se tiende a unir la cultura vasca únicamente con dichas manifestaciones, que por supuesto, forman parte de nuestra cultura, pero ¿acaso lo citado hasta ahora no lo es? Gran parte de nuestra cultura tiene su origen en el medio rural, a pesar de ello, no asimilamos totalmente las labores agrarias como cultura. Aunque hoy en día estas prácticas culturales derivadas de la agricultura han perdido la función social que tenían en el pasado, todavía tienen un gran peso en nuestra identidad y memoria. Entonces, ¿por qué no entendemos las actividades relacionadas con la tierra y todo lo que incluyen como cultura?
El conocimiento y las costumbres en torno al castaño, más allá de ser parte de una práctica agrícola, conllevan una cultura, y han sido transmitidas durante siglos. Esto se debe, en definitiva, a la importancia de este árbol en el pasado, ya que ofrecía muchos beneficios a la sociedad (el alimento es el más destacado, pero también productos como la madera, la miel, la hoja, la hojarasca, etc.), lo que convertía al castaño en un árbol esencial. Esto, además, hacía que en torno a estas prácticas surgieran diferentes labores, creencias y costumbres, por lo que la cultura del castaño constituye un proceso que va desde el propio árbol hasta el tamboril en el que se asan las castañas. Muchas veces se da la mayor importancia al fruto, la castaña, pero no se debe olvidar que el verdadero valor está en el propio árbol, el castaño. Tampoco se pueden pasar por alto los diferentes saberes, tareas, creencias, usos, costumbres, leyendas, cuentos y paisajes creados en los últimos siglos por esta interacción con la sociedad, que también forman parte de la cultura del castaño.
Para finalizar, se presentarán diversos ejemplos de la tradición oral que relaciona esta época del año con la cultura del castaño, reflejo de múltiples creencias, prácticas y saberes.
Dado que la cultura del castaño ha sido también importante en diferentes puntos de la Península Ibérica, en castellano también hay refranes como:
Aintzane Cortajarena – Antropóloga