Apuntes de etnografía

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Final del Campeonato Nacional de Bertsolaris. Bilbao Exhibition Centre, 2017. Autor: Alberto Elosegi. Fuente: Xenpelar Dokumentazio Zentroa.

¿Qué tiene el verso para atrapar tanto al público? Por todo el mundo existen culturas que trabajan la improvisación oral, pero ninguna tiene la fuerza que hoy en día tiene el bertsolarismo. Prueba de ello es el Campeonato de Bertsolaris que se celebra cada cuatro años en Euskal Herria –este año se está disputando con un año de retraso debido a la pandemia–. Un campeonato en el que, tras varias sesiones de eliminatorias por toda Euskal Herria, suelen llegar ocho bertsolaris a la gran final. Estos ocho improvisadores deben cantar ante unos catorce mil oyentes, en actuación de mañana y tarde. A través de los medios de comunicación otros muchos oyentes siguen el acto. También expertos de todo el mundo se acercan a una retransmisión de esta envergadura. Pero creo que lo más chocante es el silencio casi litúrgico que se produce antes de que los bertsolaris empiecen a cantar. Esas catorce mil gargantas callan de pronto, por completo, para dar expresión a una sola garganta. Ese singular hilo de voz, a través de improvisadas palabras en euskera, teje en segundos miles de corazones, hace vibrar miles de pieles, humedece miles de ojos, provoca miles de carcajadas… ¿Dónde está el secreto de ese hecho mágico?

Se desconoce la fecha de creación del bertsolarismo. Juan Mari Lekuona, en su libro Ahozko Literatura, nos dice que «el surgimiento del bertsolarismo hay que situarlo en la era pastoril; y que refleja un mundo preclásico». De todos modos, hasta el siglo XV no tendremos testimonios escritos del bertsolarismo. Gracias a una prohibición del antiguo Fuero de Bizkaia (1545) sabemos que en aquella época las improvisadoras denominadas profazadas cantaban bertsos en los funerales. No tendremos una próxima cita escrita hasta principios del siglo XIX. Para entonces, la actividad de los bertsolaris ya tenía una fuerza notable: en 1801, en la plaza de Villabona, alrededor de 4.000 espectadores se reunieron para ver el desafío de bertsos entre el amezketarra Zabala y el hernaniarra Txabalategi.

A partir de entonces, el arte de improvisar en verso ha recorrido un largo camino hasta consolidarse firmemente en la sociedad vasca actual.

Podemos decir que el bertsolarismo ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos sin renunciar a su esencia original. Mientras que en muchas partes del mundo los improvisadores actúan acompañados de instrumentos musicales, nuestros bertsolaris, a excepción de algunas actuaciones especiales, cantan a capella –con o sin micrófono– haciendo homenaje a la homofonía. Eso no ha cambiado prácticamente desde antiguo. Pero por otro lado, el bertsolarismo vive mirando al futuro: la transmisión está asegurada a través de las escuelas de bertsos y de la asociación de bertsozales, y también se organizan muchísimos actos de bertsos. Los campeonatos también han entrado en ese camino evolutivo, actualizando temas, adaptando planteamientos y recorriendo nuevos caminos. Además –y quizá esto sea lo más importante–, los jóvenes han tomado el relevo de los mayores con ganas y responsabilidad.

El gran bertsolari Xabier Amuriza es el que mejor resume esta filosofía, en un precioso verso que creó para definir el propio bertsolarismo: «Sustraiak sakon lehenean baina, geroan luze adarrak» (las raíces profundamente arraigadas en el pasado, pero con las ramas prolongándose hacia el futuro).

Ahí puede estar la clave principal de que el bertsolarismo actual esté tan sano, y una de sus consecuencias podría ser esa asombrosa capacidad que el verso muestra para reunir a miles de personas a su alrededor.

 

Joseba Santxo Uriarte – Filólogo e investigador

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