Amama disfrutaba tomando el sol sentada en el andaputxu de casa. Nuestro caserío es frío en verano, y en invierno no digamos nada.
Al andaputxu no se salía a tomar el sol sin más. También se aprovechaba, cómo no, para realizar pequeñas labores. Bien sabemos quienes vivimos o hemos vivido en un caserío, que siempre hay algo que hacer, hasta cuando descansamos.
Allí se secaban las mazorcas de maíz y la alubia, y allí mismo se desgranaban. Allí se separaban y limpiaban las avellanas recién recogidas. En tiempo de tomate, allí se pelaba, se troceaba, para más tarde cocerlo y después embotarlo. Y los días festivos, dejando por fin a un lado el trabajo, cuando alguna invitada o algún vecino venía, allí se le daba la bienvenida, se charlaba y se tomaba el aperitivo. Es por eso que nos esmerábamos en cuidarlo y adornarlo con flores.
Es parte de la casa. Y la palabra con que se le designa es del todo común para nosotros, aunque en el euskara de otras regiones sea extraña, porque ni todos los caseríos de Bizkaia son iguales ni todos tienen andaputxu, claro está.
Según Xabier Kintana, en su libro titulado Herri hizkerako lexikoaren altxorretik[1], el término andaputxu fue recogido en el valle de Orozko en 1996 de boca de Frantziska San Sebastian Uribasterra, casualmente a nuestra amama, cuando tenía 96 años. Por su forma y significado, puede considerarse un préstamo del castellano y proceder del sustantivo antepecho. Sin embargo, en función de la evolución fonética, y suponiendo que no fuera de nuevo uso, podría haber otra opción y derivar de: andamio>andamu>andapu + el diminituvo –txu.
En Zeberio también se le llama así. Y en otros pueblos del valle de Arratia algunas casas sí que tienen andaputxu. Este tipo de balcones se pueden además encontrar en otras localidades de Bizkaia, como Nabarniz, Ajuria, Ajangiz, Trapagaran o Karrantza, aunque no son muy comunes.
Las escaleras exteriores al edificio permiten acceder al interior. Están orientadas al sol y adosadas por un lado a la pared de la fachada principal. Por el otro, un murete ancho de piedra, de apenas un metro de altura, las protege y sirve de apoyo para ayudar a subirlas. En el rellano hay una especie de balcón. Y es precisamente en este balcón donde se encuentra el acceso principal a la vivienda. Escaleras y balcón están construidos con losas de piedra, aunque bien es cierto que en algunos caseríos en lugar de piedra se ha utilizado madera. Y es al balcón a lo que nosotros llamamos andaputxua.
Itziar Rotaetxe – Departamento Herri Ondarea – Labayru Fundazioa
Para más información puede consultarse el tomo dedicado a Casa y Familia del Atlas Etnográfico de Vasconia.
[1] Xabier Kintana. Herri hizkerako lexikoaren altxorretik, Iker 10, Euskaltzaindia, Bilbao, 1997.