Molino harinero situado en el paraje homónimo, en la margen derecha del río que los lugareños conocen como El Cuadro y parte inferior del puente que atraviesa la carretera que lleva al barrio de Manzaneda de Sierra. Este ingenio hidráulico aún mantiene toda su infraestructura.
Se desconoce la fecha de su construcción. En la fogueración de 1796 aparece documentado como molino de Pinganillo y está registrado como de propiedad mancomunada en la razón de casas, ferrerías y molinos de 1799.
Una gran avenida del río, acaecida el 13 de agosto de 1831, causa importantes daños al molino, dejándolo inutilizado. Su reedificación se llevará a cabo un año después, tras la demanda interpuesta por Manuel González (cirujano), contra Manuel Custodio del Campo (boticario) y consorte, estos últimos como mayores porcioneros del mismo, para que contribuyesen a su reforma.
Entre los años 1882 y 1899 Antonino de las Bárcenas Sorrondegui cede en arrendamiento el molino, que disponía de dos pares de piedras para la molienda de maíz y trigo, a Santiago Pardo Ortiz. Desde 1907 hasta el mes de mayo de 1915 llevó en arrendamiento el molino Juan Gutiérrez Sagastibelza.
El 26 de mayo de 1915 una tromba de agua asoló el Valle de Carranza, arrasando entre otros este molino. Ese mismo año José Rivera Sagastibelza compra a Antonino de las Bárcenas los restos del edificio. Un año después lo reedifica, ampliando su capacidad de molturación, pasando a disponer de tres pares de piedras. También ubica en el interior del edificio una carpintería, que compartía el aprovechamiento hidráulico del molino para el funcionamiento de la maquinaria instalada.
En el año 1949, ya fuera de uso la carpintería, el molino es remodelado, pasando a ser desde entonces la vivienda habitual del molinero y su familia. La maquinaria de rotación del molino —en su mayoría construida con piezas de madera— será sustituida por modernos elementos fabricados en hierro, trabajo realizado por Talleres Eustaquio de Bilbao.
El agua, retenida por una presa de piedra de gravedad de arco, pasaba directamente al camarao, depósito situado bajo el piso de la sala de molienda, donde se acopiaba para su aprovechamiento hidráulico. El molino disponía de un salto útil de 7.5 m, pudiendo generar cada rodete una potencia media de 3 a 4 CV. Para subsanar la falta de molienda por la escasez de agua, se acopló a uno de los ejes una rueda de madera que, por medio de correas trapezoidales, recibía la transmisión del giro de un motor eléctrico.
Desde aproximadamente 1927 hasta 1968, Francisco Rivera Ceberio, primero acompañando a su padre y luego solo o con ayuda de otros familiares, trabajó como molinero. La aparición en el año 1966 de las primeras cooperativas de ganaderos en Carranza, que se fusionaron posteriormente para formar la cooperativa GUVAC (Ganaderos Unidos del Valle de Carranza), propició el cese definitivo de la actividad del molino. Dichas cooperativas empleaban molinos de gasóleo para la molturación del grano y la fabricación del pienso.
Miguel Sabino Díaz – Etniker Bizkaia – Grupos Etniker Euskalerria
Muy interesante y bonito,el conocer la historia de este molino…..que tantas veces,hemos pasado cerca de él,sin saber nada de su historia y evolucion…..
Y mi agradecimiento a las personas que con su esfuerzo e interés, lo han puesto disposición de los que les interese,las cosas de su lugar,y que de otra forma sería difícil,tener esa información….